» El lamento de la novia carmesí.

Promesas. Cientos de promesas nos hicimos aquel día. ¿Aún te acuerdas de todas ellas? Puede que yo sí. Aquel día, aquel trágico día, yo te entregué lo único que aún pertenecía intacto, lo único que seguía siendo enteramente mío. Jugaste a ser feliz conmigo. Jugaste a manipular mi delicada memoria. ¿Con qué fin? Todavía a día hoy no soy capaz de saber la respuesta. Ni si quiera soy capaz de olvidar cada segundo que pasé contigo, por mucho que yo quisiera. No logro olvidar el recuerdo. No logro deshacerme de los malos recuerdos que tengo junto a ti. Eras veneno y yo nunca quise darme cuenta. Eras cruel y manipulador, y yo jamás quise admitirlo. ¿Qué fue lo que nos sucedió? ¿Cómo no fui capaz de ver todas las señales hasta ahora? Promesas. Cientos de promesas nos hicimos aquel día tan señalado... Y aún así, todas de ellas han sido destruidas.


Ojalá pudiera volver atrás y encontrarme conmigo misma, aunque fue a través de aquel insólito espejo. Me encantaría poder volver atrás y avisarme a mí misma del peligro que estaba corriendo por aquel entonces. Jamás debí de e llegar a ti. Jamás debí de encontrarme con tus esbirros. Debí de permanecer junto a aquel lirio colosal y dejarme consumir por la propia naturaleza. Sí, eso tuve que hacer... ¿Por qué no lo hice? Tal vez, y sólo tal vez, porque ese no era mi destino. 

Triste, pero cierto. No quiero recordar aquellos días de gozo y felicidad que pasé a tu lado. Me encantaría poder arrancarme el corazón del pecho y destruirlo para así ahorrarme todo ese daño que me hiciste. Ojalá. Ojalá volver al pasado y liberarme de todo el horror que pronto viviría a tu lado. Promesas... malditas las promesas que nos hicimos aquel día. ¿Cómo podía ser consciente entonces de tus verdaderas intenciones? ¿Cómo podía saber yo que todo esto no era más que un sueño, o mejor dicho, una pesadilla? Olvidar. Eso es lo que trato de hacer ahora, aunque por mucho que me esfuerce parece imposible. 

Tuve mis dudas de camino al altar y sé que en el fondo tú lo sabías, pero me tenías tan hechizada que no quise darme cuenta. Tuve dudas, serias dudas, de las que pronto aprendí a despojarme. Pronto, el vestido blanco se convertiría en pura sangre. Pronto, la llama que me daba vida se apagaría para siempre y mi alma se condenaría por toda la eternidad a vivir encerrada en la caja de Pandora. Parece ser que estoy maldita, que no voy a ser capaz de despojarme de estos lamentos y este sufrimiento. Eras veneno. Me perjudicaste de tal manera que no pude evitar ser consumida por mis propios delirios. Jamás debí de e llegar a ti. Jamás debí de encontrarme con tus esbirros. Debí de permanecer junto a aquel lirio colosal y dejarme consumir por la propia naturaleza. Jugaste a ser feliz conmigo. Jugaste a manipular mi delicada memoria. ¿Con qué fin? Todavía a día hoy no soy capaz de saber la respuesta.

Promesas. Miles de promesas nos juramos ese día antes de que todo se volviera rojo y finalmente negro. ¿Por qué no pude ser una novia dichosa? ¿Por qué no pudiste destruir la maldad que habitada dentro de ti? ¿Por qué tuviste que convertirte en ese horrible monstruo que asesinó con tanta pasión mi amor hacia ti? Tantas preguntas sin respuestas, un bucle del que no consigo escapar. ¿Quieres que te recuerde todas esas malditas promesas que nos hicimos aquel día? ¿Quieres que vuelva a revivir mis recuerdos más oscuros? Eras veneno. Lo fuiste siempre, desde un principio. Aún no entiendo cómo pude llegar a esta situación tan nefasta. Ojalá... ojalá pudiera volver atrás y detener la ceremonia de unión. Ojalá pudiera volver atrás y reflejarme en el espejo para advertirme a mí misma de los horrores que estaban apunto de suceder... Ojalá poder arrojar al fuego todas esas promesas falsas y sueños que jamás se harían realidad.