» ¿Hacia dónde me dirijo?.

Atrapada. Así me siento yo.

¿Y qué puedo decir?. La sensación de despertarse una mañana y sentir cómo todo ha terminado, aunque físicamente no veas los cambios.  Notas algo distinto en el aire. Como la suave brisa que pasa por mi cabello  no es el mismo. Pisar el verde césped y sentir que no es el mismo. Beber de un agua que, de la noche a la mañana, no tiene el mismo sabor, por mucho que digan que no lo tienen, se nota el cambio drástico.

Por las noches le hablo a la luna, pero esta ya no me responde a mis dudas. 
Ni si quiera me saluda. ¿Qué ha pasado?. 
Los pájaros ya no cantan, los frutos ya no saben igual. 
¿Acaso han convertido de mi santuario una prisión?

Y es que así es cómo me siento. A pesar de no tener ataduras, me siento atrapada en este hermoso lugar. Hay algo que ha cambiado y se nota por doquier. Ahora sí que me siento sola del todo. Me siento impotente...

Busco la manera de poder cambiar las cosas. Quiero que todo sea como antes. Esas noches de soledad en las que subí a lo más alto del más alto árbol y entablaba conversación con la luna, esta me respondiera. Que el viento me susurre bellas palabras de desdichado amor mientras se desliza por mi cabello. ¿Tan difícil de pedir es?. No lo creo...

Cuando parece que ha pasado toda una eternidad es cuando siento que es el momento de dar un paso hacia adelante. Y sin mirar atrás, emprendo el viaje hacia la liberación. Sin importar las consecuencias que este puede traerme. Buscando las respuestas a mis preguntas. Una salida. Un remedio.

 Y cuando mis piernas se sienten cansadas, es cuando el camino a mis soluciones se detienen. Por completo. Pero no tengo miedo y tampoco estoy cansada.

No puedo seguir avanzando. No puedo. He dejado todo atrás. Bien lejos. Como si hubiera llegado al límite de mi Edén. 
Hay algo que me separa. Entre el Edén y lo más allá del ello parece que hay un límite. Una barrera, tal vez. Extiendo mi mano al frente y lo siento. El aire empieza a cambiar. Esta vez es cálido. Y yo soy amante de lo frío. No me agrada. No me deja avanzar. ¿Por qué?. No lo sé, pero me preocupa. ¡Mi santuario no tiene límites!. ¡Lo sé!

Y no voy a moverme de aquí hasta encontrar la solución.

Me siento en el suelo rocoso y observo ese paisaje cálido y arenoso que tengo delante de mí. Pienso. El camino a sido bastante largo. Me sangran los pies y no he querido detenerme. No podía. Es como tener insomnio. Ahora lloro de la impotencia. No comprendo nada. Me siento atrapada. Sin saber qué hacer. 

Entones es cuando, en el momento de la desesperación absoluta, siento una presencia detrás de mí. Una mano que se deposita sobre mi hombro...

2 comentarios:

  1. Anónimo09:31

    marabiyoso yo tambien soy escritor y encontre tu bloog por casualidad mientras nabegaba guiado por mi curiosidad y ansiedad de conosimiento realmente me sorprenden tus obra y odo lo que as escrito quisiera hablar contigo y saber mas de ti eres una mujer bella y talentosa me impresionas

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    1. Muchas gracias por tus palabras, querido amigo. Me alegra saber que te gustan mis delirio. Así pues, te invito a que sigas explorando el jardín del Edén y compartiendo con nosotros tus pensamientos. Un abrazo grande.

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