» Más que un sentimiento oscuro.

Aún recuerdo lo que se sentía: una rabia profunda que recorría todo el interior de mi cuerpo. Aún sigo pensando que  aquel sentimiento, al fin, había desaparecido. Muerto. Pero estaba equivocada. No tenía ni la más remota idea de lo que se consideraba "la verdad". Era algo tan fuerte y tan poderoso que no podía apartarlo de mi lado. Una rabia descontrolada que, poco a poco, iba formando parte de mí. Envidia. Pura envidia. Eso era y nada más. Sólo durante aquellos momentos de agonía y sangre. ¿O puede que aún quede algo muy en el fondo? O no tan en el fondo...

Me hallaba sumergida en un gran charco de líquido rojo y denso. Oscuro. Sangre. No podía moverme y mis ojos luchaban por no cerrarse. Mi boca intentaba arder con maldiciones hacía ellos, pero de nada servía. Sin poder moverme y luchando por no consumir mi último aliento alcé los ojos llenos de odio y ensangrentados hacía ellos. Ningún hombre se libraba de no tener que lavarse las manos con mi sangre. Y de mientras que lo hacían, no dejaban de mirarme con sus lascivas miradas, sin piedad. Aún querían más de mí y yo sólo podía retorcerme de dolor desnuda sobre el suelo. ¿Por qué semejante castigo? Creo que nunca lo entenderé. No, no es que lo crea, es que ahora es cuando realmente sé que nunca lo entenderé.

Me ahoga y me asfixia. Algo que no se puede evitar. Tensión y desesperación, unidas en un mismo ente. Agonía por doquier. Y los hombres sólo se limitan a mirar y reír. No tienen compasión. Ni corazón. Estás totalmente vacíos por dentro, como lo estoy yo ahora. Aunque nunca conseguirían arrebatarme mi profundo e infinito odio.

Sigo viva, aunque me cuesta respirar. De repente, un extraño sentimiento empieza a nacer dentro de mí. Es algo que no había sentido nunca. Extraño y difícil de definir. Deseos de venganza y muerte. Odio, rabia y un coraje inmenso. ¿Qué puedo hacer yo? Dejar que me posea. Les miro a todos y cada uno de ellos. No puedo dejar de hacerlo. Me arde, me consume. Me dan envidia. Sí, así es cómo lo denominaré. ENVIDIA en su estado puro. Placentera envidia que hace que mi mente se inunda de impensables imágenes de odio. Ojos verde como la naturaleza. Sangre más roja que las manzanas del Edén. Odio profundo y los celos que me toman la mano para intentar levantarme. Agonía infinita. 

Hombres que gozaran de vida eterna. Hombres que podrán sentir los placeres de la vida. Hombres que experimentaran todo tipo de sentimientos que yo nunca más podré alcanzar. Ahora soy sólo un cuerpo hermoso lleno de sangre. Muerto, pero aún así los sentimientos oscuros jamás se alejan de mí. Eso es lo que soy ahora. Odio, rabia, envidia, venganza... Todo forma parte de mí. En eso consiste mi esencia. Vuelvo a nacer con una increíble sed de venganza.

Me habéis arrebatado toda clase de experiencias humanas. Una vida y todo lo que ello implica. Echaré de menos, incluso, el dolor que vosotros me provocasteis. Pero parece ser que no os dais cuenta de nada de lo que habéis hecho. No os sentís culpables. ¿Y sabéis qué?. Yo tampoco me siento culpable por sentir lo que siento y por querer hacer con vuestros cuerpos lo que vosotros hicisteis con el mío. Quiero arrebataros todo lo que me quitasteis a mí. ¡Multiplicado por mil!

Lágrimas de sangre que no dejan de cesar. Sentimiento de culpabilidad por haber descendido a este mundo. Os tengo envidia porque no puedo ser igual de fuertes y resistentes como vosotros en vuestro mundo podrido. Envidia, como el color de mi vacía mirada que quiere penetrar en vuestros corazones. Una envidia por no poder cumplir sueños, objetivos, misiones, destino. Envidia por poder sentir el dolor tan profundo que me concedisteis. Envidia por no poder provocaros el mismo dolor que vosotros me provocasteis. Más que eso. Y cuanto más lo pienso, más crece ese odio y más profundo llega a ser. Pero eso  vosotros os da igual. Ni si quiera os enteráis de lo que siento, ni os importa. Quiero ser tan fría como vosotros. Alcanzar lo que nunca podré alcanzar... Nunca conseguiréis entender el por qué de esta envidia que siento hacia seres tan despreciables como vosotros. Envidia con sed de venganza. Soy la personificación de la envidia en su estado más puro. Recuérdalo...

4 comentarios:

  1. Anónimo22:06

    Pandora se van minando las fuerzas para seguir resistiendo a los golpes de la incertidumbre maldita. Aquí sólo fluye el desconsuelo y las heridas tardan cada vez más en cicatrizar. Te confesaré algo… me quedo con tu furia, con la muerte tallada en tus venas, con tus tinieblas. Pandora a tus pies me postro, y a tu disposición pongo mi brazo y mi espada.
    El Fantasma

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra volver a leerte tan pronto. Me gusta que pases tu estancia por estos lares con regularidad. Tus palabras son muy inspiradoras. Me complace mucho leerte y saber qué piensas y sientes. Pero te daré un consejo, buen amigo, ten cuidado. Ten cuidado de postrarte a mis pies, pues las apariencias nunca son lo que parecen. Quién sabe, puede que todo sea una trampa de una mujer fatal que solo busca alimentar su sed de venganza. Un fuerte abrazo, Fantasma y nos seguiremos leyendo.

      Eliminar
  2. te sigo leyendo me gusta lo que escribes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por dejar tu huella en el jardín el Edén. Me alegra saber que te gustan mis delirios. Pronto nuevos secretos verán la luz. Un fuerte abrazo.

      Eliminar