He llegado a un punto muerto. No consigo encontrar las fuerzas para seguir adelante. Las ganas de vivir están al límite y no sé qué hacer. Por mucho que intente gritar, el único sonido que emana de mi garganta es silencio. Estoy en un lugar que no reconozco. Me miro al espejo y tampoco consigo reconocer la imagen que se refleja... Todo es una mentira. Nada de esto es real, ni si quiera deseo que lo sea. Una mentira, una mera ilusión. Vaya novedad, ¿verdad?
Porque sí, así es. Hasta aquí he llegado. Otra vez. De nuevo vuelvo a sumirme en un lugar oscuro que me envuelve y me atrapa. Pero en esta ocasión, me estoy dejando arrastrar. Dejo que la oscuridad me consuma porque al fin he aprendido que de nada sirve luchar contra el destino. Así pues, tengo que aceptarlo, ¿no? He perdido. He perdido la larga y tediosa batalla contra mí misma. He perdido incluso la voluntad de querer ver la luz. Y es una pena, lo sé, pero de verdad que ya no le encuentro sentido a nada de esto.
A pesar de todo, tampoco se está tan mal aquí, en la oscuridad absoluta. Sólo hace un poco de frío y la soledad se respira por doquier, pero no me importa. Sé que este es el lugar que me corresponde. Este es mi sitio. ¡Ahora lo entiendo! Ahora soy consciente de que la regresión siempre fue inminente. Puede que dentro de mí la oscuridad esté reinando de un modo intenso y esté al mismo tiempo consumiéndome lentamente, pero, ¿que hay del exterior? En el Edén las hojas se están marchitando; la hierba dejó de ser fresca hace mucho tiempo y la niebla comenzó a espesarse...
No puedo evitar echar de menos a aquel paraíso que se sentía vivo y misterioso. No puedo evitar echar de menos el sonido de la naturaleza y los cielos despejados. Echo de menos aquel lugar que consideré mi hogar. Echo de menos mi reino escarlata. Echo de menos ser yo su reina, fuerte y con sed de venganza. Pero supongo que así son las cosas en realidad. Mis demonios han podido devorarme desde dentro. Han conseguido anular mi voluntad por completo. Han sabido jugar bien sus cartas y me han manipulado hasta el punto de alcanzar el mismísimo abismo. Y es triste, lo sé. ¿Pero qué puedo hacer ahora? Ya no se puede regresar atrás. Así pues, todas las decisiones que he tomado han estado mal. Todo por lo que he luchado ha sido una terrible equivocación. Todo ha sido una pesadilla, de la cual no he podido despertarme.
Y no. No quiero que me observes con esa mirada de decepción. No quiero que me señales con el dedo acusador. No quiero que me humilles en tus pensamientos ni me insultes con tus ácidas palabras. Porque aunque parezca que me da igual, en el fondo me importa. ¿El por qué? Porque eres un recordatorio de mis fracasos. Eres la sombra que intentó advertirme de los errores que no supe ver. Y es por eso que no quiero que te adentres en la oscuridad que yo misma he generado. No quiero que vengas a explorar el abismo donde me hallo. Porque una vez que te introduces dentro de mi mente, ya no puedes salir.
Aún así me buscas. Continúas buscándome a pesar de que no quiero ser encontrada. Es algo contradictorio cuando digo que me avergüenza haber llegado a este punto. Me avergüenza y me aterra que descubras nuevas flaquezas que creía desconocidas. Me avergüenza ver en quién me he convertido y me da pudor que pueda no agradarte. Pero así son las cosas... Imposible escapar del destino, ¿no? Si naces en la oscuridad, siempre permanecerás arraigada a ella. No hay vuelta atrás. ¡Ojalá hubiera sabido ser más fuerte! Ojalá hubiera sabido encontrarme a mí misma justo antes del declive.
Ya es demasiado tarde. Ya no puedo hacer nada, ni quiero hacer nada. Porque, ¿para qué? Significaría malgastar fuerzas innecesariamente. Así que, ¿de qué sirve? ¿Qué consigo yo con todo eso? He tirado la toalla, eso es más que evidente. Una gran pena me invade por dentro, me aflige, pero al mismo tiempo me siento en paz. Aunque todo haya terminado de la peor manera posible, mi consciencia está tranquila. No obstante, hay ocasiones en las que siento un arrepentimiento colosal, el cual no soy capaz de explicar. Es extraño, lo sé. Encontrarme en medio de esta paradoja, de esta yuxtaposición de emociones y pensamientos que no consigo controlar... Por favor, te imploro, ¿qué es lo que sucederá ahora?
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¿Confesarás tu pecado, intruso?