» Cuando la verdad es inminente.

Sé que eres consciente de que no mereces mi perdón. Sé que eres consciente de que sé toda la verdad. Y por un lado me entristece, pero por otro me alegro de conocer toda la verdad ahora. No entiendo cómo has tenido el descaro de ocultarme la verdad tanto tiempo. Cómo has tenido el coraje de seguir sonriéndome cuando la realidad era otra distinta. No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. He intentado comprenderte. He intentado tenderte la mano y otorgarte otra oportunidad. Pero tú has seguido con el mismo juego, intentando engañarme y corromperme por dentro. Tú has seguido sonriendo hipócritamente ante todos mis movimiento. Y yo ya no aguanto más.

Sabes que me percato de la verdad. Sé cuales son tus verdaderas intenciones y me lleno de rabia e ira por no haberme dado cuenta antes. Lo cierto es que debí destruirte cuando tuve la ocasión. Debí de pararte los pies cuando era el momento... pero no lo hice. Y yo me pregunto por qué. Y yo me pregunto por qué me duele tanto tu apuñalada. ¿Por qué me dejé seducir por tu amabilidad? ¡Soy una idiota! Ahora lo sé. Y me arrepiento de haberte escuchado. Me arrepiento por haberte tendido mi dichosa mano. 


Me arrepiento de demasiadas cosas, pero nada de eso me sirve. 

Eres veneno. Siempre fuiste veneno. ¿Por qué no me quitaría la venda antes? Eres envidioso. Eres asesino. No eres más que un cuerpo sin alma, llena de maldad y lujuria. Y yo, la tonta de mí, confíe y confíe. Te di múltiples oportunidades y mira para lo que ha servido. Un apuñalada tras otra. No entiendo como todavía soy capaz de sorprenderme. Jamás debí de abrirte las puertas del Edén. Jamás debí de contarte mis secretos. Jamás debí de dejarte con vida. No mereces mi rabia. No mereces mi perdón. Eres pura mentira. Jamás entenderé cómo has tenido ese descaro, esa osadía. Jamás entenderé cómo has podido hacerme esto a mí, a la reina del Edén.

Te odio. Te odio con toda mi alma. Sabes que no tolero la mentira, y aún así  decidiste jugar con fuego. Pues ahora atento a las consecuencias. Pues ahora no desvíes la mirada al abismo y ponte en pie. Estoy aquí, delante de mí, conociendo la verdad, llena de enfado y valentía. Eres veneno. El peor de todos. Eres envidia. Eres hipocresía. Eres lo peor que ha podido traspasar las puertas del paraíso. No quiero escucharte. No quiero que me mientas más, descaradamente. No quiero tus explicaciones banales. Quiero que dejes de jugar conmigo. Quiero que dejes de intentar destruirme, quiero que dejes de ser tan venenoso, tan falso. Te odio. Te odio. Te odio. Te odio. Te odio. Sal de mi reino. Sal de mi Edén. Sal de mi vida, de mi segunda vida, de mi segunda oportunidad. ¡Vete al infierno, al verdadero infierno!

Sé que eres consciente de que no mereces mi perdón. Sé que eres consciente de que sé toda la verdad. Cómo has tenido el coraje de seguir sonriéndome cuando la realidad era otra distinta. No lo entiendo, de verdad que no lo entiendo. He intentado comprenderte. He intentado tenderte la mano y otorgarte otra oportunidad. Pero tú has seguido con el mismo juego, intentando engañarme y corromperme por dentro. Tú has seguido sonriendo hipócritamente ante todos mis movimiento. Y yo ya no aguanto más. Sé cuales son tus verdaderas intenciones y me lleno de rabia e ira por no haberme dado cuenta antes. Lo cierto es que debí destruirte cuando tuve la ocasión. Debí de pararte los pies cuando era el momento... pero no lo hice. Eres veneno. Siempre fuiste veneno. ¿Por qué no me quitaría la venda antes? 

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¿Confesarás tu pecado, intruso?