» Un pequeño suspiro al viento.

Mi corazón vuelve a sangrar. Mis heridas vuelven a abrirse. Mi mente está colapsada. Ya no hay quién pueda escuchar mis llantos y mis súplicas. Ya no hay esperanza. Suspiro. Suspiro nuevamente como si eso fuera a salvarme. Pero no. Al menos me alivia este sufrimiento con el que he tenido que cargar tantísimo tiempo. Hay algo por dentro que me está dañando en silencio. Y no puedo evitar tener un sabor agridulce en la boca. ¿Qué es esta sensación? No sabría describirlo si quiera. Mi corazón vuelve a sangrar. Mis heridas vuelven a abrirse. Mi mente está colapsada. Mis lágrimas se han congelado sobre mis mejillas. Estoy siendo víctima de un cambio aterrador que me consume por dentro y que no sé combatir. 

Suspiro. Suspiro como si eso fuera a ayudarme. Es una mera ilusión, lo sé. Soy consciente de que este pequeño alivio que siento al suspirar no me va a servir de nada. Algo grande se está acercando, y es algo inevitable. Debería de sentir miedo. Debería de sentirme aterrorizada... pero no es así. Por alguna razón que desconozco no tengo miedo. ¿Entonces? ¿Qué es esta sensación tan extraña que siento? Quiero liberarme de esta presión que me ahoga. Quiero liberarme de estas ataduras que me oprimen. No quiero que mis heridas vuelvan a dejar huellas profundas sobre mi piel. No quiero que mi mente se torne tan oscuro como el carbón. No quiero que mis llantos sean en vano. Suspiro. Una y otra vez, sin poder remediarlo. ¿Qué es esta sensación? 

 Siento que ha llegado la hora de decir Adiós, pero no sé exactamente por qué. Siento que hay algo que se me está escapando de las manos, pero por mucho que intente agarrarlo con fuerza es... inevitable. Odio, odio profundamente no poder controlar las situaciones. Odio no poder tener control sobre mí misma, sobre mi voluntad, sobre mis pensamientos. Es algo que me quema por dentro. Aún así, a su vez siento que es algo que tengo que dejar marchar, pero mis pensamientos están borrosos, están marchitos y es por eso por lo que no consigo ver con claridad la verdad. Me es imposible en este instante ver la realidad de la situación. Debería de dejar de suspirar, pues sé que no voy a conseguir nada, ni respuestas ni soluciones. Pero no puedo evitarlo.

Mi corazón empieza a estrujarse. Un fuerte dolor en el pecho comienza a generarse. Mis heridas se abren y mis lágrimas se van derritiendo poco a poco. ¿Qué es lo que está pasando? Por mucho que haga la misma pregunta un sin fin de veces no encontraré respuesta. ¿Por qué no soy capaz de aprender la lección? Maldita sea... me siento impotente. Este malestar me está consumiendo por dentro. Se está produciendo un cambio en mí que no consigo definir. ¿Será bueno? ¿Será malo? Quién sabe. Pero de lo que sí estoy segura es que tengo que despedirme. ¿De quién? No lo sé. ¿De qué? Tampoco lo sé. Algo se me escapa de las manos... Y aunque no lo quiera reconocer, duele.

Suspiro. Una y otra vez. Esperando a que las cosas se solucionen por sí solas. Suspiro. Esperando a que esa acción me dé esperanza y alivio. Sí, lo sé, soy una estúpida por pensar esas cosas. Pero no puedo evitarlo, lo estoy haciendo automáticamente. Ya no tengo control sobre mis emociones. Mi corazón vuelve a sangrar. Mis heridas vuelven a abrirse. Mi mente está colapsada. Ya no hay quién pueda escuchar mis llantos y mis súplicas. Ya no hay esperanza. Hay algo por dentro que me está dañando en silencio. Y no puedo evitar tener un sabor agridulce en la boca. ¿Qué es esta sensación? No sabría describirlo si quiera. Mis lágrimas se han congelado sobre mis mejillas. Estoy siendo víctima de un cambio aterrador que me consume por dentro y que no sé combatir. Quiero liberarme de esta presión que me ahoga. Quiero liberarme de estas ataduras que me oprimen. No quiero que mi mente se torne tan oscuro como el carbón. Suspiro. Una y otra vez. ¿Realmente estoy preparada para esta transformación? ¿Realmente estoy preparada para decir adiós?