» La hora de la rendición.

"... tal vez sea la única forma de escapar de ti..."

Son los reflejos que tengo ante mí que hacen que dude. Así es, cada vez que veo mi imagen reflejada en el agua me veo llena de cicatrices que no dejan de sangrar por oscuros recuerdos. Ahora mismo siento que estoy atada a un paso confuso que hace que en ciertas ocasiones recuerde con claridad y en otras que sólo sienta dolor y angustia. Tengo la necesidad de escapar de esta cárcel, pero parece una tarea imposible. Esos ojos no dejan de observarme y de controlar todos mis movimientos. Intento refugiarme detrás de los árboles y entre la hierba, pero no funciona. Esos ojos siempre me encuentran. No sé qué hacer. Siento que me ahogo en mi propio paraíso. Sí, por primera vez admito que siento autentico pavor. Impotencia, tal vez. He llegado tan lejos, pero a la vez apenas he avanzado en el camino. Mire por donde mire se reflejan las mismas cosas, y a veces otras tan diferentes. La única palabra que me podría describir es "locura", por completo. ¿Y por qué? Porque ya perdí mi incoherencia en mis palabras... si alguna vez la tuve.

Y es con el atardecer cuando siento que los ojos me pesan, y mucho. Siento que no pertenezco a este lugar, y que por mucho que intente engañarme a mí misma declarando este oscuro paraíso mi Edén y mi reino, siento que la propia naturaleza al que me he entregado se me revelara por completo. Y es que esos ojos están por todas partes. La naturaleza me ata a la tierra y esos ojos son los que me manipulan como a una marioneta. No consigo escapar de ningún modo. Me duele la cabeza. Me va a estallar.

¿Y si durante un único instante pudiera cerrar los ojos y consumirme en un profundo sueño que me hiciera renacer y encontrarme con un mundo nuevo?.  Eso sería perfecto, poder encontrarme un mundo todo esa pícara mirada que me persigue desapareciera, tratándose pues de una mera pesadilla. Y poder así hacer de este paraíso mi sangre y mi esencia. No quiero ver más sufrimiento reflejado en las aguas que osan jugar y humedecer mi cuerpo. Tal vez ha llegado el momento de dormir... Dormir e intentar no despertar; y si lo hago, encontrarme con otro mundo donde tú no existas. Sí, ese es mi nuevo deseo. Lo quiero así. Será así.

¿Y si con eso consigo que mis profundos dolores de cabeza cesaran? O mejor aún, consigo recuperar la cordura y obtener el perdón por mis crímenes. ¿Acaso regresaría?

Estando aquí o estando ahí me tocará sufrir igualmente. Y en realidad yo ya he conseguido mentalizar en mi alocada cabeza mi destino. En conclusión, sufrir lo mismo ahí o aquí. Supongo que lo único que estoy tratando de decir es que quiero librarme del desorden y la locura que tengo en mi cabeza... para siempre.

¿Y si las voces no cesaran? ¿Significaría que serían mi única compañía? Creo que puedo vivir con ello. Pero tantas son las preocupaciones que hacen que sangre y vea indeseosos reflejos en el agua... Tan grande es el dolor que yo consigo tener control de mis actos. Y siempre caigo en la misma trampa del cazador. Los ojos, esos ojos, aquellos ojos que se posaron en mi por primera vez en el mundo de los vivos. Me persigue, me inquieta, me posee, me excita. No consigo que hable, pero sí que gime. ¿Cuántas veces tendré que sucumbir hasta conseguir que hables? Háblame, pero no me mires más. Me molestas. Poseame, pero deja de controlarme. Tómate o déjame en libertad. Porque sé que aunque parezcamos iguales y seamos completamente diferentes, somos animales salvajes que están destinados al sufrimiento lascivo.

Conseguiré desatarme de mi locura y fusionarme en uno con la naturaleza. Hacer de este paraíso mi verdadero santuario, sin sufrimiento y sin amenazas de reflejos sangrientos en el agua. Una escapatoria a tu excitada presencia. Dejando de ser tu pecadora marioneta. Tal vez si cerrara los ojos y me consumiera en un profundo sueño, sólo tal vez, todo cambiaría… ¿Con qué mundo me encontraré cuando despierte?

Es hora de dormir.