Una pequeña y tímida lágrima cae por mi mejilla. Un sentimiento nostálgico invade mi ser. Tristeza. Arrepentimiento. Ya no hay vuelta atrás. He decidido seguir un camino que creía que era el correcto, pero he llegado a la conclusión de que no fue la mejor decisión tomada. Muchos han sido los días en los que ha caído tormenta sobre el jardín del Edén. Muchas han sido las horas en las que he estado tendida en el lecho pensando en qué era lo que debería haber hecho realmente para salvar lo poco que quedaba de mi alma. No puedo evitar sentirme impotente. No puedo evitar arrepentirme por mis acciones. Pienso demasiado en el pasado. No soy capaz de seguir adelante. Todo, absolutamente todo, se vuelve oscuridad. Todo se vuelve odio. ¿Cómo podría yo volver a alimentarme de deseos positivos? ¿Adónde de fueron esas ganas de querer seguir viviendo la buena vida? Todo, todo se vuelve oscuridad. Todo se vuelve de color negro, incluso más negro que el propio carbón.
Seco esa tímida lágrima. Me levanto del lecho. Un suspiro. Siempre es un único suspiro que me da señal de que debo de reaccionar ante este minucioso bloqueo. Debo de encender las velas. Sí, eso es. Las encenderé y volveré a buscar mi camino. Quien sabe, puede que así encuentre alguna respuesta de manera inesperada. Sí, así es, he comprendido que no sirve de nada buscar por ti mismo las respuestas. Me he pasado demasiadas horas perdiendo el tiempo con eso. No sirve de nada. Salir e investigar por tu cuenta no sirve de absolutamente. Pero no importa. No importa porque ahora serán las respuestas perdidas, escondidas, quienes vendrán a mí. En consecuencia a todo esto, encenderé todas las noches una vela. Esa será mi pequeña señal, una pequeña señal que llamará desde lo más silencioso de la llama un grito de auxilio.
Mi corazón se agita. Mi corazón se revuelca una y otra vez. Esta frustración puede conmigo. Esta sentimiento de culpabilidad e impotencia me está desgarrando por dentro. Sin embargo, no me da miedo. Ya no me da miedo. Ya no hay ningún miedo en mí que pueda sentir. Todo se vuelve oscuro. Todo se vuelve negro. Soledad. Ya no hay más lágrimas que derramar. La pequeña llama iluminará mi inestable camino hacia algo que pueda denominar felicidad. De alguna manera sé que podré salir de esta situación. Es más, puedo escuchar una pequeña voz entre tanta oscuridad y sufrimiento. Una pequeña y leve voz que me resulta familiar. Una vos que me llama por mi nombre. Una voz que siempre me acompaña. Una voz amiga. Cierro los ojos para concentrarme. ¿Qué es lo que estoy escuchando realmente? ¿Qué es lo que hay tras esa enigmática voz? Frunzo el ceño. Yo... conozco esa voz. Es entonces cuando todas mis dudas se disipan. No quiero saber la verdad. No quiero ir detrás de respuestas que nunca encontraré. Quiero concentrarme en esa voz. ¿Qué quieres? ¿Qué buscas? ¿Se trata de la voz del subconsciente?
Aquí estoy, rodeada de oscuridad. Aquí estoy, rodeada de sentimientos negativos con los que intento luchar a cada segundo que pasa. Incluso me atrevería a afirmar que me siento acosada por esa voz nacida de la nada. Es una voz que me guía. Es una voz amiga. Es, simplemente, la solución. Puede que hasta ahora no me haya estado concentrando demasiado en lo que verdaderamente importa. Puede que hasta ahora no me haya estado fijando en lo que importa de verdad. La salvación siempre estuvo conmigo. La salvación correcta a lo que queda de mi alma. Sí, así es. Por primera vez en mi nueva vida puedo sentir aquello que llaman "alivio". Un alivio profundo que me rodea, que me atrapa mientras se lo consiento. La salvación está en esa voz que me habla dentro de mi cabeza. Me acaricia con sus suaves palabras. Me guía esa voz amiga. Y ahí ha estado todo este tiempo. Nunca se fue de mi lado, jamás. Solamente que yo no supe verlo.
Esperanza. Siempre esperanza. Una pequeña luz que ilumina mi camino. Ahí está la respuesta. Ahí está la salvación. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Esa voz que siempre me acompaña. Esa voz que solamente dice la verdad. Esa voz cálida y familiar que me guía en mis momentos de soledad. He ahí la respuesta. He ahí la gran verdad. Esa voz que me conducirá hasta la luz. No tengo por qué sentir miedo. No tengo por qué huir de esa voz que lo único que quiere es arroparme entre sus cálidas palabras. Yo soy la reina del Edén, y como tal, necesito una voz amiga, una compañera que me aconseje por este sendero cada vez más peligroso. Mi corazón ya no tiene motivos para agitarse. Mi corazón, lo único que tiene que hacer es abrir esa dura coraza para dejar entrar a la voz dormida de la verdad.
Seco esa tímida lágrima. Me levanto del lecho. Un suspiro. Siempre es un único suspiro que me da señal de que debo de reaccionar ante este minucioso bloqueo. Debo de encender las velas. Sí, eso es. Las encenderé y volveré a buscar mi camino. Quien sabe, puede que así encuentre alguna respuesta de manera inesperada. Sí, así es, he comprendido que no sirve de nada buscar por ti mismo las respuestas. Me he pasado demasiadas horas perdiendo el tiempo con eso. No sirve de nada. Salir e investigar por tu cuenta no sirve de absolutamente. Pero no importa. No importa porque ahora serán las respuestas perdidas, escondidas, quienes vendrán a mí. En consecuencia a todo esto, encenderé todas las noches una vela. Esa será mi pequeña señal, una pequeña señal que llamará desde lo más silencioso de la llama un grito de auxilio.
Mi corazón se agita. Mi corazón se revuelca una y otra vez. Esta frustración puede conmigo. Esta sentimiento de culpabilidad e impotencia me está desgarrando por dentro. Sin embargo, no me da miedo. Ya no me da miedo. Ya no hay ningún miedo en mí que pueda sentir. Todo se vuelve oscuro. Todo se vuelve negro. Soledad. Ya no hay más lágrimas que derramar. La pequeña llama iluminará mi inestable camino hacia algo que pueda denominar felicidad. De alguna manera sé que podré salir de esta situación. Es más, puedo escuchar una pequeña voz entre tanta oscuridad y sufrimiento. Una pequeña y leve voz que me resulta familiar. Una vos que me llama por mi nombre. Una voz que siempre me acompaña. Una voz amiga. Cierro los ojos para concentrarme. ¿Qué es lo que estoy escuchando realmente? ¿Qué es lo que hay tras esa enigmática voz? Frunzo el ceño. Yo... conozco esa voz. Es entonces cuando todas mis dudas se disipan. No quiero saber la verdad. No quiero ir detrás de respuestas que nunca encontraré. Quiero concentrarme en esa voz. ¿Qué quieres? ¿Qué buscas? ¿Se trata de la voz del subconsciente?
Aquí estoy, rodeada de oscuridad. Aquí estoy, rodeada de sentimientos negativos con los que intento luchar a cada segundo que pasa. Incluso me atrevería a afirmar que me siento acosada por esa voz nacida de la nada. Es una voz que me guía. Es una voz amiga. Es, simplemente, la solución. Puede que hasta ahora no me haya estado concentrando demasiado en lo que verdaderamente importa. Puede que hasta ahora no me haya estado fijando en lo que importa de verdad. La salvación siempre estuvo conmigo. La salvación correcta a lo que queda de mi alma. Sí, así es. Por primera vez en mi nueva vida puedo sentir aquello que llaman "alivio". Un alivio profundo que me rodea, que me atrapa mientras se lo consiento. La salvación está en esa voz que me habla dentro de mi cabeza. Me acaricia con sus suaves palabras. Me guía esa voz amiga. Y ahí ha estado todo este tiempo. Nunca se fue de mi lado, jamás. Solamente que yo no supe verlo.
Esperanza. Siempre esperanza. Una pequeña luz que ilumina mi camino. Ahí está la respuesta. Ahí está la salvación. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? Esa voz que siempre me acompaña. Esa voz que solamente dice la verdad. Esa voz cálida y familiar que me guía en mis momentos de soledad. He ahí la respuesta. He ahí la gran verdad. Esa voz que me conducirá hasta la luz. No tengo por qué sentir miedo. No tengo por qué huir de esa voz que lo único que quiere es arroparme entre sus cálidas palabras. Yo soy la reina del Edén, y como tal, necesito una voz amiga, una compañera que me aconseje por este sendero cada vez más peligroso. Mi corazón ya no tiene motivos para agitarse. Mi corazón, lo único que tiene que hacer es abrir esa dura coraza para dejar entrar a la voz dormida de la verdad.
Vengo de tierras lejanas, del otro lado del mar, del otro lado del hielo y del fuego, atraído a este Edén por voces en mi cabeza, voces que me seducían provocando bajos deseos para caer en actos impuros para el alma, de los cuales después me arrepentía y me consumía la culpa, y aquí estoy.
ResponderEliminarPero sé que tú que haz tocado fondo sabrás reconocer la verdadera voz salvadora, y esa luz de tu vela que te guiará a la verdad, a la luz eterna. confío en tus instintos.
y tu lo haz dicho, mientras tengas un suspiro, tendrás vida, y mientras tengas vida, habrá esperanza y pudieras salvarte!
en silencio y a distancia seguiré tu camino, y tal vez...tal vez pueda salvar también mi alma!
oh salve Pandora! estamos en tus manos!
Gracias por dejar tu confesión, Antonio. Siempre es un placer leerte. Siempre anima poder leer a personas que te apoyan de verdad. Demasiadas son las voces que he tenido que soportar y a la vez callar. Una ya llega a su límite, y cuando eso ocurre, parece que todo se vuelve oscuro. El jardín del Edén me ha brindado una grandísima oportunidad que no puedo desaprovechar y que espero que tú tampoco. Estáte atento tú también a las voces de tu alrededor. Nunca sabes en cuál de ellas puedes depositar tus esperanzas. Sigue tu propio camino y puede que encuentres una verdad que va más allá de toda expectación. Continúa con precaución caminando por estos bosques paradisíacos.
EliminarQué pena!, tengo problemas con mi ordenador al publicar mis comentarios, mil disculpas espero resolver este problema.
ResponderEliminarUn beso y un abrazo.
No te preocupes, Antonio, no pasa nada. Un beso grande, amigo.
Eliminar"Abre tu corazón y no tengas miedo a que te lo rompan. Los corazones rotos se curan. Los corazones protegidos acaban convertidos en piedra."
ResponderEliminarSaber escuchar es un don, hay que ser capaz de oír, de prestar atención, de comprender y juzgar. Y finalmente sentenciar. Yo una vez oí una voz, pero por mucho que me decía que era mi amiga algo de ella me decía lo contrario, no me arrepiento de no haberla seguido, encontré otra voz más suave.
Me has sorprendido bastante con esa afirmación, Angie. De hecho, siento que me puede abrir bastantes los ojos. Sí, tienes razón, hay que saber escuchar y prestar atención, mucha atención. Pocos lo hacen y eso en más de una ocasión puede traer problemas. Hay que saber diferenciar las voces de nuestros alrededor y saber en cuáles podemos confiar realmente. Gracias por compartir tu confesión, Angie. Un abrazo grande.
EliminarUno puede decidir todo excepto como se siente, y cuando por fin escuchamos los sentimientos, (los de verdad no esos artificiales creados por la razón para tranquilizarnos) lo mas lógico es guiarnos por estos, lo positivo es hallar la voluntad para ser tu quien decida en tu vida
ResponderEliminarGracias por dejar tu confesión. Sin duda es lo mejor que podemos hacer y nunca, bajo ningún concepto, dejarnos influenciar por las palabras y emociones ajenas. Debemos de aprender a diferenciar los verdaderos sentimientos de lo que es una fachada, de lo que es una ilusión. Un beso grande.
EliminarSiempre existe una voz que nos guía y nos conduce a la luz cuando lo único que podemos ver es oscuridad a nuestro alrededor. En nuestra mano está escucharla y dejarnos guiar por ella, porque aunque creamos que estamos solos, aunque creamos que nada ni nadie nos salvará, siempre habrá alguien a nuestro lado, ayudándonos en nuestros peores momentos y tendiéndonos su mano en esa profunda oscuridad.
ResponderEliminarHacia tiempo que no te veía por estos lares, Shenia. Me alegra mucho volver a disfrutar de tu presencia por el Edén. Gracias por volver a compartir tus pensamientos con todos nosotros. Sin duda tus palabras son sabias y cualquiera que las lea debería de seguir el consejo, sin embargo, no todas las voces son buenas. No todas las voces nos ayudan a continuar hacia adelante. No todo lo que parece bueno lo es, y es por eso que debemos de aprender a distinguir muy bien cuál es la verdadera voz que nos guía y procura nuestro bien. Un abrazo grande y espero volver a leerte pronto por ahí.
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