» El poema de un desconocido.

Cerrar los ojos y respirar hondo. Cerrar los ojos y perderme en el recuerdo. Cerrar los ojos y agudizar mis sentidos. Respirar hondo y sentir la brisa arroparme con delicadeza. Respirar hondo y alzar las manos. Un pequeño momento de felicidad cuando la lluvia cae sobre mí. Un pequeño momento de felicidad cuando consigo sentirme en conexión directa con la naturaleza. Cerrar los ojos y dejar de ser Pandora para fusionarme con mi debilidad, el agua. La paz y la tranquilidad me llenan de orgullo y satisfacción. Ahora soy yo tu humilde servidora. Ahora soy yo la que está ansiosa por obedecer cada uno de tus deseos. Lluvia, dulce y húmeda lluvia que cae sobre mí. Eres la única que consigue entenderme. Eres la única que consigue hacerme revivir. Y es así cómo consigo trasladarme a otra dimensión. Y es así cómo descubro entre los lirios rojos una pequeña carta firmada por un tal F.G.L. No sé quién será o cuáles son sus intenciones, pero mi curiosidad es fuerte y no puedo evitar abrir el sobre y leer las siguientes palabras...


"La lluvia tiene un vago secreto de ternura,

algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje. 
Es un besar azul que recibe la Tierra,

el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante. 
Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores

y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe. 

La nostalgia terrible de una vida perdida,

el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne. 
El amor se despierta en el gris de su ritmo,

nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales. 

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre. 

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio

y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe. 
¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,

lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes! 
¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas

almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres. 

El canto primitivo que dices al silencio

y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentagrama sin clave. 
Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,

tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte. 
¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman

y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje! "

2 comentarios:

  1. Es un poema precioso, así como la lluvia también lo es. Para mí, es algo mágico, ¿no crees? Escuchar como cae, como impacta contra el suelo provocando ese murmullo tan relajante. Esa sensación tan agradable cuando se junta con relámpagos y truenos, ese espectáculo mágico. Para mí la lluvia es algo maravilloso que, por desgracia, cada vez cuesta más ver por aquí.
    Un saludo, Pandora ♥

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente. Tú misma lo has dicho, es algo mágico, transmite una energía enigmática que cautiva. Cerrar los ojos y entrar en otra dimensión cada vez que llueve es un pequeño placer que doy gracias por tener el gusto de conocer. Indescriptible, sí. Y espero que el cielo llore muchas veces más para poder admirar esa belleza inigualable que tiene. Un beso grande, amiga.

      Eliminar