En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del paraíso. Una fuerza mayor arrastraba mis pies hacia lo desconocido. En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del Edén. Podía sentir cómo mis piernas caminaban sutil y lentamente por la hierba, descalza. Era una sensación bastante agradable, sentir la frescura de la esencia de la naturaleza me hacía darme cuenta de lo viva que estaba, todas esas emociones que guardaba mi alma brotaban desde mi interior con fuerza. Allí, en el horizonte, donde el sol se escondía, era ahí y únicamente ahí adonde tenía que ir. Lo podía percibir. Lo podía sentir muy dentro de mí.
Un momento, Pandora. Detende en seco. Déjà vu. Un déjà vu incontrolado estaba teniendo lugar. Tenía el perfecto recuerdo de susurrarle al viento esas mismas palabras tiempo atrás o puede que en otra vida. En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del paraíso, del Edén. En la lejanía, en el horizonte. Nuevos secretos me estaban esperando y pedían a gritos ser desvelados. ¡Oh, alma pendenciera! ¿Pero qué sentimiento es este? ¿Qué es lo que estoy diciendo? Nuevamente estoy delirando. Esto ya ha tenido lugar. Esto ya lo he experimentado con anterioridad.
Déjà vu. Concepto que describe la sensación que se experimenta al pensar que ya se ha vivido con anterioridad un hecho que, en realidad, es novedoso. Confusa paramnesia que hace que el sujeto sienta que vive algo familiar, pero que a la vez le resulta extraño. ¡Oh, alma pendenciera! ¡Pero cuánta poética onírica! ¿Qué es lo que debo de creer realmente? Es extraño. Es abrumador. ¿Realmente he dicho ya estas palabras? ¿Debería de volver a revivir ese pasado? ¿Conseguí entonces saber qué es lo que se ocultaba más allá del horizonte o debo de averiguarlo en este mismo instante?
Una luz intensa me ciega. Es el horizonte. Es la verdad. Es lo que se esconde más allá de los límites de mi reino. El camino parece ser lento. La suave brisa del viento poco a poco deja de escucharse, de sentirse. El aire se va deteniendo en seco, se congela. La hierba deja de estar fresca. Existe un momento en el que parecía que podía suspenderme en el aire. Hubo un momento en el que el sol quiso esconderse detrás de las colinas para no volver jamás. Déjà vu. Sí. Realmente estaba pasando y estaba siendo consciente. ¿Por qué? ¿Por qué estaba sucediendo esto? El sendero de lirios rojos se torna más estrecho hasta desaparecer. Tan sólo una luz cegadora, azul y brillante se divisa en ese horizonte, en esa meta que yo pretendía alcanzar. ¿Debería de sentir miedo?
En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del paraíso. Una fuerza mayor arrastraba mis pies hacia lo desconocido. En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del Edén. La historia estaba apunto de repetirse, lo podía sentir, lo podía casi saborear. En la lejanía, en el horizonte. Un déjà vu que me quita el sueño y que desconcierta mis pensamientos. ¿Qué significaba todo esto? Es entonces cuando, sin imaginármelo, la tierra comienza a temblar. Me detengo en seco e intento aferrarme a algún elemento que me ayude a mantener el equilibrio. La tierra se agita cada vez con más fuerza y mi corazón comienza a encogerse dentro de mi cuerpo turbio. No entiendo qué es lo que está pasando. La luz del horizonte ahora brilla con más fuerza. Me está llamando con más énfasis, Pandora, Pandora.
Una última exhalación para volver a morir para siempre. Un último suspiro para, a continuación, cerrar los ojos y no volver a abrirlos nunca más. Un corazón que deja de latir. Una mente que deja de pensar. Un cuerpo que queda vacío de todo sentimiento. ¿Será este el precio que tengo que pagar para encontrar la salvación? En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del paraíso. Una fuerza mayor arrastraba mis pies hacia lo desconocido. En la lejanía, en el horizonte. Más allá de las fronteras del Edén. Nuevos secretos me estaban esperando y pedían a gritos ser desvelados. Un pequeño déjà vu estaba teniendo lugar y yo luchaba y luchaba con ansia por liberarme de esa sensación tan abrumadora que me estaba quitando el aliento y la esperanza...
Me has tenido con la boca abierta una vez más durante todo el texto, querida amiga, y el final.... ¡VAYA FINAL!
ResponderEliminarUna vez más me quito el sombrero ante ti
¡Bravo! ¡Bravo! ¡Bravo!
Me alegra mucho saber que te ha gustado. Y como siempre, es todo un honor tenerte por estos lares. Espero que estés disfrutando de tu estancia por el jardín del Edén y que sigas acompañándonos hasta el final de los días. Mil gracias por todo el apoyo. Un fuerte abrazo y hasta la próxima, querida.
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