» Agonizante debilidad confesada.

¿Llegará el día en el que deje de sentirme insegura? ¿Llegará el día en el que todos mis temores se despojen de lo más profundo de mi interior? ¿Llegará el día en que pueda realmente dejar de preocuparme? Me gustaría poder responder con firmeza y consciencia plena a mis propias preguntas. Pero es que es siempre la misma historia. Una historia que se repite en bucle y que me condenará durante toda la eternidad. Ojalá pudiera, aunque solo fuera durante un instante, poder cerrar los ojos y hacer callar mis pensamientos. Quiero sentirme libre. Quiero sentirme verdaderamente libre. Quiero no tener que vivir con esta constante angustia. 

Pero eso es algo que tú ya sabes, ¿verdad, intruso? Siempre has sido tú y únicamente tú quién ha estado ahí viéndome caer y viendo cómo me volvía a levantar... Hasta que ya no pude más. Mi agonía acabó conmigo. Confié y me hiciste daño. Seguí las reglas de tu juego y perdí. En definitiva, me traicionaste. Pero aún así, jamás te cansaste de mí y siempre permaneciste a mi lado. Un intenso dolor en el pecho me azota cada vez que recuerdo el momento exacto en que ocurrió aquel asesinato, mi asesinato. Sí, así es, intruso. Tanto tú como yo sabemos que eres tú y únicamente tú el responsable de todas y cada una de mis desgracias. Adonde quiera que vaya, ahí está tu sombra acechándome. Por mucho que intenta huir o esconderme, ahí estás tú con tu mirada lasciva y calculadora, esperando el momento adecuado para volver a hundirme en la miseria.

Y es que ya no tengo fuerzas, intruso. Me siento débil. Me siento cansada de estar aquí luchando día tras día también por algo que jamás sucederá. Eres una enfermedad. Eres maligno. Eres contagioso. Eres crónico. Eres un veneno letal. Eres, simplemente, mi desgracia personificada. Incluso soy consciente de que no tengo salvación. No. Ya no. 

Porque he podido comprobar que los ángeles guardianes no existen y que desde el principio de los tiempos he estado completamente sola. Durante muchas décadas he tenido que aprender a caminar sola y valorarme por mí misma. Sin embargo, ¿de qué ha servido? Cualquier camino que hubiera escogido me hubiera llevado al mismo lugar de destino... la muerte. ¿De qué sirve reflexionar si ninguna conclusión satisfactoria me va a iluminar? He querido... No, mejor dicho, he suplicado ser salvada durante tantísimas veces que ya he perdido toda esperanza. Me rindo. Simplemente me rindo, intruso. No quiero seguir luchando. No quiero seguir esperando. No quiero seguir cayéndome y hundiéndome en las (cada vez más profundas) oscuridades del jardín del Edén. 

Así pues, ¿llegará el día en el que deje de sentirme insegura? ¿Llegará el día en el que todos mis temores se despojen de lo más profundo de mi interior? ¿Llegará el día en que pueda realmente dejar de preocuparme? Me gustaría poder responder con firmeza y consciencia plena a mis propias preguntas. Estoy cansada de que se repita siempre la misma historia. Una historia que se repite en bucle una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... Sin cesar. Hasta que me consuma. Ojalá pudiera, aunque solo fuera durante un instante, poder cerrar los ojos y hacer callar mis pensamientos. Quiero sentirme libre. Quiero no tener que vivir con esta constante angustia. 

Estoy harta, intruso. Me cuerpo se siente débil y agotado. Me enferma tu presencia. Tu veneno jamás dejará de recorrer mi cuerpo hasta consumir mi verdadera esencia. Existo atrapada en una cárcel camuflada en maravillas ilusorias y nada puede detener las agujas del reloj. Tanto tú como yo sabemos que eres tú y únicamente tú el responsable de todas y cada una de mis desgracias. Adonde quiera que vaya, ahí está tu sombra acechándome. Por mucho que intenta huir o esconderme, ahí estás tú con tu mirada lasciva y calculadora, esperando el momento adecuado para volver a hundirme en la miseria. Odio, odio con todas mis fuerzas cómo clavas tus ojos en mí. Olvídame. Déjame. Me siento demasiado débil para luchar contra ti. Tan solo quiero desaparecer y jamás retornar a tu lado...

2 comentarios:

  1. Emocionada me encuentro querida pandora, un día más lo lograste, lograste que tu texto, tu delirio, me hiciera sentir, estremecerme, e incluso querer darte un abrazo
    ¡Gracias por crear sentimientos con tus palabras en aquellos que las leemos!

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    1. Muchas gracias por tu apoyo. En momentos tan duros como en los que me encuentro en este momento siempre es bueno saber quién está de tu parte y ver que no estoy tan sola como pienso a veces. Aunque en ocasiones quiera estar lo más alejada posible de esa realidad en la que vivo, es incontrolable que aquellos que verdaderamente me aman se acerquen a tenderme la mano y me ayuden a levantarme de la catastrófica caída. Un fuerte abrazo, Naya.

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