» Recuerdos del pasado.

Angustias. Simples angustias que me desgarran desde dentro. Cuando cae la noche y me encuentro en soledad ante ese espejo vacío, sin alma. Ya no muestra mi reflejo. Ni mi reflejo ni el tuyo y tampoco el de ningún objeto. Vacío, simple vacío y nada más. Un espejismo oscuro, un espejismo del color del carbón que me desgarra desde dentro. ¿Pero qué puedo hacer yo si no es más que malos recuerdos lo que me trae mirar a ese maldito espejo? Incluso en esta inhóspita soledad siento que nada bueno me puede traer. Debería de derribarlo. Debería de romper con fuerza y odio el espejo y ocultarlo, arrojarlo a lo más profundo del lago. Tal vez así sentiría que la presión y la angustia se disiparía para siempre. De esta manera, tal vez, podría sentir el alivio que me merezco.

Puede que sirva de algo o puede que no. Hasta que no actúe no sé cuales de las posibilidades será la verdadera, la que valga la pena. Sin embargo, aquí estoy, delante del espejo y sin mover un sólo músculo. Me encuentro de pie y con la mirada perdida, como si estuviera buscando un reflejo determinado en ese espejo negro sin luz. Me hundo. Me hundo poco a poco en este mar de dudas. No importa cuanto tiempo esté aquí de pie mirando a ese maldito espejo mudo, ningún reflejo real me será revelado. Delirios. Simples delirios que hacen que piense que es cierto que no estoy cuerda, que es cierto que nada de lo que diga tiene sentido. ¿Es por eso que tengo esos dolores de cabeza tan fuertes? ¿O es que acaso...?



Ni si quiera me sirve de nada intentar pensar con claridad. Simplemente existo aquí, en Edén, ahora mismo en esta estancia oscura y fría e intento encontrar algo que creo que he perdido. ¿Recuerdos? ¿Recuerdos verdaderos o nuevos delirios que no hacen más que ponerme a prueba. Intento escapar de la presión, de los dolores en mi cabeza para hallar una verdad, tan sólo una, no pido más. Recuerdos. Recuerdos de un pasado que creo o debería de estar olvidado. Recuerdos de un pasado no tan lejano que cada vez que intento recordarlo siento una profunda angustia y dolor recorriendo cada fibra de mi ser.  ¿Cuándo este espejo se enseñará algo de valor? ¿Cuándo estos dolores de cabeza cesaran? ¿Acaso cuando cesen por siempre querrá decir que a mí podrá volver la cordura? ¿Será ese, tal vez, el fin de los delirios?

Cierro los ojos. Los aprieto con fuerza. Y en ese preciso momento, cuando por un instante dejo de pensar en toda esa parafernalia, es cuando siento un calambre fuerte en mi interior que me obliga a caer al suelo. ¿Qué es? No lo sé, pero me angustia mucho más de lo que con palabras podría describir. Una angustia que a su vez me resulta muy familiar. Abro los ojos y ahí está, el reflejo, la respuesta. Una sombra que se forma en el espejo. Imágenes que despiertan en mí  recuerdos olvidados, perdidos, ocultos. Una mano salvadora que sin saber traería mi desgracia. Un cuerpo ardiente que con falsas palabras de amor me traería traición y desolación. Un asesino con cara de ángel que recorrería cada rincón de este universo para volver a encontrarme. En ese instante, y sintiendo profundo dolor y odio, miles de imágenes inundaron mi cabeza, alimentándome de recuerdos llenos de sangre. Tirones de pelo. Gritos en vano. Carne desgarrada. Lágrimas cayendo por las mejillas. Sin duda, eran recuerdos que no quería volver a ver en mi mente.

   
Y es que estoy diciendo demasiado sin contar nada. Argh, no puedo sostenerme en pie. Mis ojos lloran al recordar cada una de las caras de todos esos bastardos que se atrevieron a profanar con mi cuerpo. Recordando a cada uno de esos malditos hombres con sed de lascivia que me traicionaron y descuartizaron mi cuerpo. Como puñales clavados en el corazón me produce seguir contemplando ese reflejo, ese espejo. Y es que ese objeto envenenado no quiere mostrarme lo que deseo, sino que quiere dañarme, quiere mostrarme una verdad ya conocida para destruirme en este paraíso también. Maldita, sea. Maldita sea esta angustia que me posee cuando cae la noche. Noche traicionera, angustia maldita. Espejo que muestra esos recuerdos que creía olvidados. Pero tú ya los conoces. Pero tú ya has sido testigo de ellos. Pues eres tú y sólo tú el culpable de mi muerte. 


Y es que esa es justamente la verdad que el espejo me quiso enseñar aquella noche.

15 comentarios:

  1. A veces sólo queremos olvidar esos malditos recuerdos que nos corroen por dentro, pero por desgracia, forman parte de nosotros, nos guste o no, y sólo debemos acostumbrarnos a su presencia e intentar evitarlos en la medida de lo posible.

    Un delirio fantástico, Pandora, como siempre ♥

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por el comentario, Shenia. El pasado que intentamos esconder u olvidar siempre nos persigue hasta encontrarnos. Es nuestro deber poder superarlo y enfrentarnos a nuestros miedos para que esa niebla que nos trae se disipa de una vez por todas. Un abrazo muy grande, querida.

      Eliminar
  2. Excelente entrada! me ha fascinado!! un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegra mucho saber que te ha gustado este delirio. Espero que el resto también los disfrutes y que esa curiosidad jamás de despoje de tu ser. Ojalá pueda volver a verte de nuevo por estos lares. Un gran abrazo, Belmont!

      Eliminar
  3. Desde luego, el pasado es algo que superado o no, nunca nos vamos a separar de él. La cosa es saber como llevarlo, como cargar sobre tus hombros el peso de la vida que has creado o que te ha tocado. Pero no hay nada que no podamos hacer.

    Me ha gustado mucho tu escrito, espero más ^.^

    ResponderEliminar
  4. Muchas gracias a ambos por el comentario. Me alegra saber que os ha gustado este delirio. Pronto habrá más y espero que lo disfrutéis tanto como este.

    No podía estar más de acuerdo contigo, Antonio. Tus palabras me han inspirado. Aprendamos a convivir con él.

    Un beso a ambos, muy fuerte.

    ResponderEliminar
  5. Tienes un premio en mi blog 'El Bosque Ilusorio'

    Un beso!

    ResponderEliminar
  6. Muchas gracias por avisarme, querida. Enseguida me paso a ver.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Precioso delirio...

    ¡Ains, ese pasado!. Deberían de darnos manual de instrucciones para pasar página y cerrar capítulos sin sufrir *

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario. Ojalá ese manual existiera, así se nos resolverían todos nuestros problemas, ¿verdad? Espero que sigas disfrutando de cada delirio. Pronto habrá uno nuevo. Un beso.

      Eliminar
  8. Hola, tienes un premio en mi blog :)
    Besitos
    http://las5piedrasdeafrodita.blogspot.com.es/2013/07/2-premios.html

    ResponderEliminar
  9. Hola, tienes un premio en mi blog :)
    Besitos
    http://las5piedrasdeafrodita.blogspot.com.es/2013/07/2-premios.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, Patri. Enseguida me pasaré a ver.
      Un beso.

      Eliminar
  10. Anónimo17:26

    Caemos en nuestras propias trampas sujetas a deseos quizá imposibles en mundo paralelos o lejanos. Hay momentos de soledad insoportable en los que debemos rescatarnos a nosotros mismos. Bellísimo Pandora, el sabor de la lucha siempre toma contigo maravillosos matices. Haces del coraje un juego delicioso, un frenesí al que apuntarse sin vacilar, sin vuelta atrás, sin claudicar. Me emociono, me quiebro, y sucumbo a tu energía. Pandora gracias por tanta intensidad, apañera.
    El Fantasma

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mil gracias por tus palabras, Fantasma. Nuestros deseos son a la vez aquello que nos impulsa a seguir adelante y a la vez son una mera ilusión que nos puede traicionar en cualquier momento. A su vez son capaces de traernos recuerdos lejanos de una vida pasada llena de dolor y sufrimiento, pero sólo en nosotros está el poder de llevar esas emociones hacia el sendero correcto de la luz.

      Eliminar