» Recordando los orígenes del infortunio.

No podía dejar de observar cómo la sangre corría por doquier por el suelo. Parecía estar viendo un mar de color carmesí que nos iba envolviendo en un aura incierta en cuestión de segundos. Ellos reían a carcajadas mostrando su hombría mientras se iban manchando las manos con ese líquido ajeno. Mientras, ella yacía inerte tumbada en el suelo con los ojos abiertos de par en par. Unas ligeras lágrimas corrían por sus mejillas y fue entonces cuando me di cuenta de lo que estaba pasando. Asesinada. Asesinada por múltiples manos hipócritas y crueles. Asesinada. Una inocente alma se desvanecía con semejante acto brutal y una luz en el cielo estrellado se apagaba. Todo había acabado... o no.

Quién me iba a decir a mí que iba a ser testigo de mi propia muerte. Todas las noches, cuando el Sol se esconde, soy capaz de sentir todo ese dolor y todas esas risas dentro de mi cabeza. Como si de una pesadilla se tratara, no podía escapar de ese terrible destino, no puedo escapar ni si quiera de su recuerdo. Un corazón puro que se vio azotado por las mentiras y la traición. Un sentimiento de ilusión que se ve marchitado por los gritos y el sufrimiento. 


Una muerte lenta y dolorosa que duraría una eternidad. 
Un recuerdo del que jamás podría escapar.

Y es que estando aquí, en este lugar tan paradisíaco, me doy cuenta de que todo es una mera fachada. Que la bestia aún se esconde entre la maleza y que la maldición de mi destino siempre estará acechándome por donde quiera que vaya. Que en realidad no hay ningún lugar al que pueda huir, en el que pueda esconderme. Que por mucho que me adueñe de este reino para ocultar la verdad, ellos siempre volverán a por mí para torturarme. Un triste realidad, un destino fatal. ¿Pero qué puedo hacer yo? O mejor dicho, ¿cómo puedo afrontar esta tragedia? Creo que aún no soy capaz de entender el por qué de mi existencia y el por qué se me condena de esta manera. ¿Por qué?  Y como siempre, preguntas sin respuestas. Da igual lo que haga, da igual lo que diga. A veces siento que verdaderamente se me ha abandonado a mi suerte, como si se tratara de un castigo mayor que no quiero concebir. 

Asesinada. La sangre corriendo por mis manos, escapándose de mi cuerpo. Desgarros en el sexo y apuñaladas en la espalda. Mi cuerpo parece muerto, pero en mi interior el dolor es grande y aún soy apta de sentir el dolor, sentir cada movimiento, cada acto que ellos me provocan. No tengo tiempo de pensar o de reaccionar. Ni si quiera sé si realmente quiero. Tan sólo quiero despertar de esta pesadilla. Me gustaría poder volver atrás en el tiempo y detener mi nacimiento o no seguir el camino que me llevó a esta catástrofe, pues me siento maldita, pues me siento marchita cada vez que pienso en todo lo que me ha sucedido. Ya no me consuela el caminar entre los árboles y sentir la brisa del Edén. Ya no me consuela que la caja de Pandora esté cerraba bajo llave de nuevo. Tan sólo quiero despertar de la pesadilla y encontrar al ángel guardián que prometió venir a por mí y salvarme de esta cárcel disfrazada de paraíso. 

Su rostro borroso en mi cabeza, el cual no puedo deshacerme. Irónico, ¿verdad? Tengo en mi mente como si estuviera grabado a fuego una cara que no soy capaz de reconocer. El origen de todo esto, eres tú. El motivo por el que estoy aquí encerrada eres tú. Si no hubieras usurpado mi corazón y haberlo encantado con dulces palabras de amor, todas falsas, tal vez y sólo tal vez, pudiera existir una posibilidad de haber, simplemente, sido, existido. Sí. Así lo creo firmemente. Ahora estoy atrapada en mis dolorosos recuerdos y sobreviviendo a tu juego. Me encuentro encadenada a este Edén disfrazado que no hace más que mofarse y ponerme a prueba. Vivo del recuerdo y me alimento de mi tortura, o puede que sea al revés. ¿Qué más da ya? Los viejos tiempos no volverán jamás y sólo puedo seguir adelante y hacer frente a lo que está por venir con todas mis fuerzas. Sin embargo, jamás puedo olvidar el origen...


"Y la sangre se derramaba por el suelo, escapándose de mi cuerpo".

4 comentarios:

  1. Es increíble cómo consigues que sea capaz de ver nítidamente todas las imágenes que describes con tus palabras. Ha sido un delirio triste, pero triste es la historia de Pandora. Cuando leí el Génesis hace tiempo, me di cuenta de la tristeza y el dolor que ella sentía, y de cómo todos esos sentimientos, junto a la rabia, eran los que le daban forma, los que le dan vida. Siempre escribes unos delirios fantásticos, pero hoy quiero decirte algo: tienes talento, mucho talento, y quizás deberías plantearte escribir una historia. Además de Pandora, creo que serías capaz de escribir cosas muy buenas, y personalmente, me encantaría verlas.
    Desde aquí te doy todos mis ánimos y todo mi apoyo para cualquier proyecto que te propongas, pues te digo de corazón, y si me conoces un poquito sabrás que yo jamás digo las cosas por decir, sino que las digo de verdad, porque me salen, que tienes muchísimo talento en la escritura, y espero que nunca lo abandones.
    Un abrazo, Pandora.

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    1. Gracias por haberte confesado con nosotros, Shenia. Me anima mucho que mis víctimas digan que son capaces de visualizar todas esas imágenes en su cabeza ya que ese es justamente el cometido de todos los delirios. Intento que os acerquéis más a ese mundo secreto y escondido y que experimentéis, aunque sea un poco, todo lo que se siente. Sé que es duro, pero sobretodo triste, como bien dices y eso se convierte en elemento esencial para poder acercarme a cada uno de vosotros.

      Me halagas demasiado, tal vez, pero gracias de todas maneras. Creo que nunca me cansaré de agradecerte tantas cosas. Muchas veces he pesando en escribir más cosas aparte de este Edén, de llevar otros proyectos a novela, pero como siempre, la falta de autoestima y confianza en mí misma hace que me los reserve para mí y que se queden en simples proyectos en construcción. Aunque puede que más adelante lo haga como me sigáis animando así. De hecho, todo ese apoyo y todos esos ánimos hacen me replantee muchas cosas acerca de lo que debería hacer con mis escritos. De verdad, muchas gracias por ser tan buena persona conmigo e iluminarme en momentos como este. No sé si te habrás dado cuenta, pero son lo detalles como estos los que hacen que jamás quiera dejar de hacer una de las cosas que más me gusta, escribir.

      Un abrazo fortísimo para ti de vuelta y muchos besos, Shenia.
      Gracias por pasarte semana tras semana por aquí y compartir con nosotros tus pensamientos. Eres un verdadero pilar a esta iniciativa y espero que sigas disfrutando de cada delirio aún más que el anterior. Ojalá nos volvamos a ver pronto.

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  2. Es en verdad triste, sé exactamente lo que quieres decir y expresar con tus palabras. Y es que con cada uno de los reveses de la vida aquel que se siente pequeño se pregunta, mudo, qué sentido tiene todo. Yo mismo me he sentido así infinidad de veces. Como parte de un macabro juego del que no quiero formar parte. Tal vez este Edén para tí sea tu via de escape, un mundo que sí es idílico, un mundo donde sí merece la pena vivir. Al menos así es como siento yo mi reino construido con el odio y el rencor que le guardo a este frío mundo gris que tanto nos ha herido. Es en verdad gratificante ver como hay otros capaces de sentir tu mismo dolor.

    Un gran abrazo. Prince.

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    1. Me alegra mucho verte por estos lares de nuevo, Prince. A veces nuestro propio paraíso es capaz de transformarse en una tortura y devolvernos una faceta muy hostil y gélida, es decir, que es capaz de ponerse en tu contra y devolverte todo ese dolor con el que habías construido tu propio reino. Es triste, pero cierto. Sin embargo, siempre es un alivio tener ese lugar al que podemos escapar y sentirnos libre.

      Gracias por compartir, así pues, con nosotros, tu confesión. Siempre es un placer conocer lo que piensan nuestras víctimas del jardín del Edén. Espero que lo hayas disfrutado y que sepas que me siento algo más alivia al descubrir que hay otra persona más que conoce mi sufrimiento y que lo comparte conmigo. De todo corazón, gracias. Espero volver a vete por aquí pronto, un beso muy grande, querido Príncipe.

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