» El secreto de la bailarina carmesí.

La bailarina no dejaba de girar y girar. Bailaba y bailada al ritmo de la melodía, una melodía que tenía fuertemente grabada en mi memoria. No encontraba la caja de música de la que provenía, pero ahí estaba la melodía, repitiéndose una y otra vez. No podía dejar de contemplar cómo la bailarina bailaba y bailaba al ritmo de la música. Parecía triste, tenía una mirada triste y oculta detrás de la máscara. Poseía un brillo en los ojos que me era muy familiar, que presentía que conocía muy bien. La bailarina no dejaba de girar y girar. Parecía que estaba forzada a ese sometimiento que aquella música proporcionaba. Incluso me atrevía a pensar que aquella frágil muñeca no hacía más que pedir ayudar de la única manera que conocía, mediante la expresión de su cuerpo.

Es extraño, como un objeto tan pequeño y bello podía trasmitirme tantísimo. Pensé que lo había olvidado, pensé que lo había perdido. Pero no. No supe buscar bien. No supe mantenerla en secreto y guardarla con cautela. La bailaría giraba y giraba al compás de la melodía. No era capaz de recordar dónde la había escuchado antes ni de dónde procedía. La caja de música había desaparecido, pero su música continuaba sonando por doquier. Tal vez estaba en mi cabeza, tal vez es que no sabía buscar bien. Simplemente no podía dejar de mirar a la bella bailarina. Y aunque su rostro estuviera oculto tras esa máscara carmesí, sé que la conocía muy bien. 

No recuerdo dónde había sacado ese objeto, pero me encontraba hechizada por esa bailarina que habitada dentro del cristal. Bailaba y bailaba. Giraba y giraba al compás de la música. Sus ojos parecían tristes. Su lágrimas estaban apunto de derramarse. Dime, roja bailarina, ¿qué es lo que te sucede? Dime qué es lo que puedo hacer por ti. Oh, dime, roja bailarina, ¿por qué sigues girando melódicamente si te encuentras tan triste? Deseaba poder liberarla de su silenciosa pena. Deseaba poder romper el cristal de la bola y poder acariciarla con mis dedos. Pero eso no era posible. Ella estaba ahí, atrapada, y la música no hacía más que sonar y sonar en mi cabeza. 

Me sentía impotente. Impotente por no poder ayudarla. Impotente por no reconocer aquella dichosa melodía. Ella me estaba mirando fijamente mientras giraba y giraba. Ella me estaba pidiendo ayuda, auxilio, de la única forma que ella conocía. Su miraba me era muy familiar, puede que muchísimo más que la propia música que no dejaba de escuchar. Conocía ese brillo en sus ojos. Era el brillo de la desesperación. Y no sólo eso, sino que también reconocía todos los pasos, todos los movimientos que ella iba haciendo. Dime, roja bailarina, ¿qué es lo que te sucede? Dime qué es lo que puedo hacer por ti. Oh, dime, roja bailarina, ¿por qué sigues girando melódicamente si te encuentras tan triste? ¿Por qué no era capaz de liberarla de esa prisión de cristal? ¿Por qué me sentía tan identificada con ella? Tal vez, y sólo tal vez estuviera viendo mi propio reflejo en ella. 

La bailarina no dejaba de girar y girar. Bailaba y bailada al ritmo de la melodía, una melodía que tenía fuertemente grabada en mi memoria. No encontraba la caja de música de la que provenía, pero ahí estaba la melodía, repitiéndose una y otra vez. Intentaba confundirme. Intentaba hacer desaparecer mis recuerdos. Pero la bailarina carmesí me tenía hechizada. Fuera yo misma o no, no podía saberlo, pero sentía mucha empatía con ella. Fuera yo misma o no, sabía que tenía que encontrar el modo de liberarla de esa bola de cristal. Por muy hermoso que ese objeto fuera, tenía que romper con su silencio y cambiar las notas de música. A lo mejor debía de romper esa caja de música y escribir una nueva melodía. Debía de liberar a la bailarina. Debo de salvarla de su silencioso sufrimiento. 

Debo de llenar esta laguna en mi memoria de recuerdos ilusorios.

8 comentarios:

  1. A veces no necesitamos ver una cosa para saber que está ahí. Nuestra memoria alberga demasiadas cosas como para no recordarlas.
    Besos.

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    1. Sí, tienes toda la razón. Gracias por haber compartido ese pensamiento con nosotros. Espero volver a verte pronto por aquí, querida. Un abrazo grande.

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  2. Precioso, como cada uno de tus delirios. He sentido pena por esa pobre bailarina, y me he sentido identificada con Pandora, ya que me habría gustado ayudarla. No te comenté en el delirio anterior, pero debo decirte que también me encantó, leer esa parte de la vida de Pandora, cuando todo era distinto, cuando la felicidad y el amor formaban parte de ella.
    En fin, espero seguir leyendo tus delirios durante muchísimo tiempo, ya que son increíbles. Un beso enorme.

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    1. Me alegra verte de nuevo por aquí, Shenia. También me alegra ver que hay gente que se siente identificada y quiera ayudar a la bailarina, sobretodo porque en este delirio se oculta un secreto, el cual espero que pronto salga a la luz.

      No todos los momentos tienen por qué ser tristes. No siempre hay que sufrir y atormentarse por los factores que no nos dejan avanzar. Eso es algo que Pandora tiene que descubrir y experimentar. Buscar un momento de felicidad, poder desconectar y sentirse libre... al menos durante un tiempo.

      Pronto un nuevo delirio emanará del Edén.
      Espero que lo disfrutes.
      Un beso grande, querida.

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  3. ¡Precioso! Y pobre bailarina, muchas veces nos sentimos como en una cárcel de la que queremos salir por eso hay que luchar y vivir cada momento.

    Un besote ^^

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    1. Muchas gracias por compartir con nosotros tu confesión. Ojalá su liberación esté próxima... quién sabe. Un beso muy grande. Espero volver a verte pronto por estos lares. Sigue disfrutando al máximo de este jardín de los secretos y placeres.

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  4. Qué hermosa entrada, escribís muy bien. Probablemente la forma de liberar a la bailarina es liberándote a vos mismas de esa melodía, de los recuerdos, de la obligación de girar y girar...
    Me alegra haber encontrado tu blog, tenés una nueva seguidora.
    Un abrazo enorme!

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    1. Bienvenida al jardín del Edén, Ceci. Me alegra mucho ver a una nueva invitada por este paraíso lleno de ilusiones y secretos, el cual espero que sea de tu agrado. No seas tímida nunca en compartir tus confesiones con nosotros. Espero que explores mucho por estos parajes y encuentres por ti misma la verdad entre sus bosques. Gracias por compartir tus pensamientos con nosotros. Sin duda alguna has dicho una gran clave para liberarla, una gran verdad entre tantas. Un beso muy grande, amiga.

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