» Sucumbiendo al poder de la cólera.

Gritas. Gritas fuerte y bien alto. No puedes contener tu rabia. No puedes contener tu odio. Gritas. Gritas sin cesar exteriorizando todas tus emociones. Piensas una y otra vez en tu cabeza que las cosas no deberían de haber sido así, que nunca nada de esto tendría que haber sucedido. Pero es tarde. Es demasiado tarde y ya no puedes hacer nada al respecto. Sientes que te ahogas y que nada ni nadie podrá salvarte. Sientes que todo por lo que has luchado se desvanece en cuestión de segundos. Es obvio, es siempre obvio. Cualquier cosa que haga será en vano. Toda lucha, todo sacrificio será en vano. Me siento impotente, no puedo hacer otra cosa que no sea lamentarme. Estoy herida. Estoy dolorida. Mi alma se marchita y lo único que quiero hacer es poder encontrar ese objeto punzante que me ayude a aliviar este dolor. Gritas. Gritas fuerte y bien alto. No puedes contener tu rabia. No puedo contener mi ira. Este cansancio me está matando, de veras que me está matando. Pero no eres capaz de verlo. Nada ni nadie quiere verlo. No hay consuelo. No hay apoyo. Todo por lo que creía haber estado luchando no es más que una mera ilusión.

Hay quienes quieren destruirme, y hacerlo desde lo más profundo. Hay quienes esperan ver mi caía y, expectantes, no dejan de señalarme con el dedo acusador. Esperan el momento oportuno para ahorcar mis palabras y dejarme indefensa. Toda esta tortura se convierte en enfermedad. Pero hay algunos que no quieren creerlo. Pero hay algunos que piensan que eres fuerte como el roble e indestructible como la Madre Natura. Pero no... Sí, soy diferente. Sí, soy pecado. Sí, soy Pandora. Pero las circunstancias hacen que me sienta débil, que me sienta podrida. Decaigo. Mis emociones me apuñalan y mis palabras se atragantan. Quiero gritar. Quiero gritar bien alto. Quiero hallar ese maldito objeto punzante que me permita acabar con este dolor. 

Estoy harta de estos dolores de cabeza. Estoy harta de tanta enfermedad. Quiero tener entre mis manos ese cuchillo e incrustármelo con fuerza en mi cráneo. Tal vez así todo acabe. Tal vez así pueda sacar de mi interior toda esa locura, todos esos delirios. Prefiero eso a tener que seguir siendo torturada por aquellos que ansían mi caída. Prefiero eso a tener que vivir con esta maldición, a tener que vivir con semejante humillación. Pues no hay nada que me haga mayor daño que no poder alcanzar ese mundo de los sueños, ese mundo de Morfeo. Gritos. Gritos de odio e impotencia. Corro, corro por los caminos ocultos de este engañoso paraíso, buscando desesperadamente ese objeto punzante que me otorgue muerte. Dejaré que la sangre se derrame nuevamente. Me reiré de todos vosotros y encontraré una vía de escape que me permita aislarme de absolutamente todo lo que conozco.

Gritar. Gritar fuerte y bien alto. Poder liberarme de toda tristeza y de todo sufrimiento. No quiero seguir así. No quiero seguir aquí. No quiero que me contemplen con esos ojos victoriosos, mofándose de mi derrota. Pues soy Pandora y no voy a permitir que mis llamas se apaguen. Pues soy Pandora y no voy a sucumbir a sus deseos de odio tan fácilmente. Prefiero encontrar por mí misma ese objeto punzante y clavármelo con pasión en la cabeza. Que la sangre emane por doquier. No me importa volver a manchar los lirios del Edén de mi propia sangre. No voy a permitir que estas circunstancias me destruyan, me desvanezcan. No pienso tolerar seguir con este maldito juego impregnado de veneno. Odio. Odio. ODIO. Ira. Ira y rabia profunda. Venganza. Ahora seré yo quien no tenga clemencia ante vosotros, bastardos, que buscabais mi perdición. Porque aún no estoy derrotada del todo. Porque aún no estoy preparada para volver a caer en un nuevo infierno.

No quiero volver a ver esas sonrisas hipócritas y esos rostros de desprecio infinito. No quiero volver a tolerar ninguna conducta que me encarrile por el camino del sufrimiento. He llegado muy lejos. He sentido demasiado a lo largo de todo este tiempo. Y todo en vano. Y todo herido. Y todo sangrante... Y los sueños destrozados por palabrería y asesinato. Encontraré ese dichoso objeto punzante y me lo clavaré. Oh, sí, me lo clavaré profundamente. Para que mis dolores desaparezcan de una vez por todas y esos insultos se callen. Gritaré y gritaré hasta que mi rabia se sacie. Gritaré y gritaré hasta que la última gota de mi sangre se derrame por mi piel. No puedo contener mi ira. No puedo contener mis emociones. Me ahogo con mis propios delirios y me auto-mutilo en busca, no de una salvación, sino de un final. Porque hasta aquí he llegado. Porque me habéis demostrado que todo ha sido en vano.

2 comentarios:

  1. Los demonios se han adentrado y quebrantado la fé

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    1. Los demonios comienzan a tomar su verdadera forma y a apoderarse de todo el Edén. Gracias por pasarte y confesar. Espero volver a verte pronto por aquí.

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