Tengo hambre. Tengo hambre de ti. Por dentro siento un gran vacío. No sé si seré capaz de explicarlo, pero así es. Un vacío grande. Un vacío poderoso. Una fuerza que no me deja avanzar. Hambre. Hambre de tu cuerpo y sed de tus labios. Algo que jamás querré admitir. Tengo hambre. Hambre de ti. Hambre de poder tenerte entre mis brazos y devorarte. Hambre. Hambre de ti, de tu cuerpo. Y sed de tus labios. Sed de tantos momentos en los que he estado sin ti. Pero no te confundas, esto no es una confesión. Esto no es una confesión en absoluto. No te necesito. No te quiero. No quiero volver a estar en una situación comprometedora contigo. No. Nunca más.
Pero tengo hambre. Y es algo que no puedo ignorar. No tengo apetito de ninguna otra cosa que no sea tu cuerpo. Intento resistirme, pero no puedo. No quiero. No te quiero tenerte cerca de mí. Y la sed... Y la sed que tampoco cesa. Son todo señales. Lo veo claro ahora. Todo, absolutamente todo tiene sentido ahora. Tengo hambre. Tengo sed. Necesidades. Tengo necesidades de ti. Pero sabes que jamás lo confesaré. Jamás me posaré frente a ti y te confesaré todo esto. Los sentimientos los volveré a ocultar. Los arroparé, los cuidaré... Los protegeré. Los encerraré bajo llave y los esconderé. Porque no quiero mostrarme débil ante ti. No otra vez. No así. No. No quiero que mis emociones giren en torno a ti. No otra vez. No, por favor. No quiero que mis pensamientos y mis sentimientos vuelvan a tenerte a ti como protagonista. No otra vez. No, así no. No. No, por favor. Quiero ser capaz de detener esta ansia. Quiero llenar el vacío que siento y ahogar este hambre tan inmenso. Simplemente, detener la sed de ti.
Hambre. El hambre no quiere abandonarme. El hambre siempre estará ahí. No puedo hacer nada para que se vaya. Y la sed. La sed siempre lo acompaña. No quiero depender de estas necesidades. No quiero depender del hambre y la sed que siento hacia ti. No. No quiero. Déjame. Déjame escapar de mis pensamientos, de mis emociones. Déjame respirar. Hambre... Hambre de ti. Hambre siempre de ti. Es algo que detesto. Es algo que consigue verdaderamente quitarme el sueño. No quiero más. Realmente no quiero más. No sé si seré capaz de explicarlo, pero así es. Un vacío grande. Un vacío poderoso. Una fuerza que no me deja avanzar. Hambre. No sé si conseguiré algún día saciar este vacío. No, no sé. Cada día me cuesta más avanzar. Cada día me cuesta más superar este vacío... este hambre.
No sé. No sé ya qué pensar acerca de todo esto. El hambre se apodera de mí. Me siento insaciable. Me siento descontrolada. No puedo continuar así. No, no puedo. No quiero. ¡Sal de mi mente! ¡Sal de mis pensamientos! ¡Sal de mi interior! No quiero que la misma historia se vuelva a repetir. No. ¡No quiero!. Tengo hambre. Tengo hambre de ti. Y sed. Sobretodo sed. El hombre se puede controlar... o al menos un poco, pero la sed... La sed eterna por tus labios. Y al mismo tiempo siento odio. Y al mismo tiempo siento rabia. No quiero depender de estas necesidades. No quiero que tú seas mi fuente de energía. Aléjate. Aléjate de mí. No quiero miradas. No quiero sonrisas. No quiero esa falsedad que me muestras día a día.
Tengo hambre. Tengo hambre de ti. Por dentro siento un gran vacío. No sé si seré capaz de explicarlo, pero así es. Un vacío grande. Un vacío poderoso. Una fuerza que no me deja avanzar. Hambre. Hambre de tu cuerpo y sed de tus labios. Algo que jamás querré admitir. No tengo apetito de ninguna otra cosa que no sea tu cuerpo. Intento resistirme, pero no puedo. No quiero. No te quiero tenerte cerca de mí. No otra vez. No así, de esta manera tan clandestina. Necesidades. Tengo necesidades de ti. Pero sabes que jamás lo confesaré. Jamás me posaré frente a ti y te confesaré todo esto. El hambre no quiere abandonarme. El hambre siempre estará ahí. No puedo hacer nada para que se vaya. Y la sed. La sed siempre lo acompaña. No quiero depender de estas necesidades. No quiero depender del hambre y la sed que siento hacia ti. No. No quiero.
Cuando yo tengo hambre o sed, devoro, no siento que otro tenga poder sobre mí por mi hambre, sino que tengo control, pues es para mí un reto que suelo ganar el saciar mi hambre. Domina.
ResponderEliminarMe alegra muchísimo volver a verte por aquí, Angie. Y yo no podía estar más de acuerdo con tu confesión. Hay que dominar y dejarse llevar por lo que se siente en el momento. El hombre no podrá con nosotras, porque ahora somos nosotras mismas quienes tenemos el control absoluto de nuestros deseos. Que el hambre no nos impida avanzar en nuestros objetivos. ¡Que se someta el hambre! Un beso, amiga.
Eliminar