» La muerte de la voluntad.

Hacía mucho tiempo que no me sumergía debajo del agua. Hacía mucho tiempo que no encontraba un poco de paz en mi soledad. Sin embargo, no todo es felicidad. Las apariencias engañan, sobretodo en el jardín del Edén. De hecho, aunque yo sea su reina, aunque yo sea la perfección... por dentro no soy más que pura imperfección. Hoy es uno de esos días en los que no quiero ver mi reflejo. Hoy es uno de esos días en los que no quiero ser fuerte. No quiero esa Pandora que todo lo controla y que todo lo consigue. No quiero ser esa Pandora que arde como el fuego. No, hoy no. Hoy no puedo, no tengo las fuerzas necesarias para seguir adelante.

Me encuentro sumida en los recuerdos. Me encuentro consumiéndome en ellos, mejor dicho. Suspiro. Un suspiro tras otro. Sí, hoy es uno de esos días en los que desearía no haber tenido nunca una segunda oportunidad. Hoy es uno de esos días en los que quieres sangrar y sangrar hasta quedarte vacía, hasta volver a morir. Hoy es uno de esos días en los que tienes que estar de luto. Hoy estoy triste. Hoy no quiero continuar viviendo esta mentira. Hoy no quiero sonreírle al Edén. 




Hoy no quiero caminar bajo un cielo estrellado, ni quiero que la luz de la luna me ilumine. 
Hoy están todos los lirios marchitos.

Sumergida en el agua cierro los ojos y aguanto la respiración. No quiero luchar. No quiero seguir luchando. Ya no puedo más. Ya no quiero seguir más. Las fuerzas se desprenden de mi cuerpo. La esperanza se apaga y mis propias llamas me consumen. No quiero volver a abrir los ojos. Quiero ahogarme en los recuerdos. Quiero ahogarme en este lago. Y es curioso. Es curioso como, entre tanta agonía y tanta tristeza, sea capaz de encontrar paz. Una profunda paz en mi soledad y en mi lamento. Una paz ilusoria, tal vez. Una paz hipócrita. Una paz que, simplemente, debo de mostrar para que él no pueda verme mal, para que el espejo no pueda atacarme. Me obligo a mí misma a mantenerme firme. Me obligo a mí misma a no derramar ni una sola lágrima. Me obligo a mí misma a guardarme todo ese sufrimiento...

Tristeza. Una profunda tristeza que no quiere abandonarme. Existen tantas cosas que me han decepcionado. Existen tantos recuerdos que me martirizan día tras día... Y aunque siempre he intentado ser fuerte y arrasar con mi fuego por donde quiera que vaya. Hoy no. Hoy no puedo. Hoy no quiero. No soy más que imperfección. Soy la personificación de la imperfección. Por mucho que sonría. Por mucho que luche. Soy pura fachada. Soy lo que ya no existe, lo que jamás debió de ser. Soy pecado. Soy veneno. Soy una inocente crueldad. Una amarga felicidad. Un fuego que te hiela la piel en vez de hacértela arder.

Hacía mucho tiempo que no me sumergía debajo del agua. Hacía mucho tiempo que no encontraba un poco de paz en mi soledad. Hoy es uno de esos días en los que no quiero ver mi reflejo. Hoy es uno de esos días en los que no quiero ser fuerte. No quiero esa Pandora que todo lo controla y que todo lo consigue. No quiero ser esa Pandora que arde como el fuego. No, hoy no. Hoy no puedo, no tengo las fuerzas necesarias para seguir adelante. No quiero despertar, de veras que no quiero despertar. Quiero ahogarme. Quiero volver a morir, pero esta vez no quiero despertar. No quiero una segunda oportunidad. Quiero mi voluntad se hunda del todo. ¿Para qué me sirve tenerla? ¿Para qué seguir fingiendo y seguir luchando? No quiero. No puedo. Quiero que la imperfección muera por siempre. Quiero que la sangre tiñe estas aguas.


Hoy es uno de esos días en los que tienes que estar de luto. 
Hoy estoy triste. Hoy no quiero continuar viviendo esta mentira. 
Hoy no quiero sonreírle al Edén. 

4 comentarios:

  1. Todos tenemos uno de esos días tristes. Todos tenemos uno de esos días en los que no queremos levantarnos, en los que queremos cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Todos tenemos uno de esos días en los que la oscuridad nos consume por completo, una oscuridad cargada de pena, de dolor, y de lágrimas. Pero todo pasa. Todo se acaba. El dolor se pasa y las lágrimas se agotan. Y el sol vuelve a salir tras las nubes. "Tras la tormenta llega la calma". Así que levántate, Pandora, levántate y sonríe, pues todo pasa. Un saludo.

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    1. Hay ocasiones en las que, simplemente, no puedes caminar, no puedes seguir adelante. Hay momentos en los que esos ojos jamás volverán a abrirse por mucho que uno lo intente. Todo se vuelve oscuridad no únicamente porque queremos que sea así... es una triste realidad, es mí realidad, mi verdad. He pasado muchísimo tiempo creyendo que el sufrimiento se iría algún día, pero no es más que falsa esperanza, vana espera. Ojalá las cosas pudieran ser más optimistas, pero en mi mundo esa cualidad murió, o mejor dicho, fue asesinada hace ya mucho tiempo. Gracias de todas maneras por compartir con nosotros tu confesión. Un beso grande.

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  2. Entiendo perfectamente de lo que hablas. Hacía mucho que no leía uno de tus textos. Son muy conmovedores, consiguen hablarte a ti mismo, llegar a tu propio estado. Hay veces donde no queremos más nada, queremos deshacernos en nuestro mar de calma y dejar de sufrir. conozco bien ese sentimiento, también yo lo arrastro mucho tiempo. No es desagradable, es... cansancio de todo. El texto es hermoso y consigues transmitir mucho.

    Atte: Araña.

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    1. Bienvenido, Araña. Me alegra mucho poder verte por este paraíso. Pero más me alegra saber que te ha gustado este delirio y que conoces tan bien como yo lo que intento transmitir. A veces es duro no saber cómo continuar, o si realmente queremos hacerlo o no. Es una decisión nuestra, ¿no es así? Quién sabe... Espero poder volver a verte por estos lares. Un abrazo muy grande.

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