❛ Porque por mucho que intente escapar
jamás estaré completamente sola ❜
Hay veces en las que las voces de mi cabeza me sugieren que escriba una carta. Me piden que en ella sea sincera y que me deje llevar por todo lo que siento y guardo en lo más profundo de mi corazón. Así pues, podría escribir en dicha carta un sinfín de pensamientos que muchas veces guardo para mí misma. En dicha carta podría confesar todo lo que jamás me he atrevido a decir en voz alta. Podría incluso escribir cualquier cosa, aunque fuera una mera tontería y al segundo reunir toda mi rabia y destruir la carta. No sé, tengo dudas. ¿Para qué voy a escribir lo que siento? ¿Para qué voy a transmitir lo que pienso? Son delirios al fin y al cabo... ¿de qué serviría? ¿Alguien lo leería? ¿Y si ese alguien quiere usar esa carta en mi contra?
Me gustaría que esas voces que susurran en voz alta dentro mí se callaran de una vez por todas. Me gustaría que los dolores de cabeza cesaran para siempre. Existo encadenada a unos seres sin rostro que me controlan desde dentro y no puedo combatir contra ellos. En un principio no me importaba, es más, me pareció bastante agradable no sentirme del todo sola. Pero a medida que iba pasando el tiempo dichas voces no hacían más que susurrarme más y más alto, hasta que el susurro se convirtió en una jauría de hienas. Las dulces palabras que solían susurrarme se transformaron en oscura pesadilla. No podía pensar con claridad. No podía descansar. Estaban día y noche hablándome y hablándome y hablándome... Y hablándome...
Por mucho que corriera... Por mucho que me escondiera... Las voces siempre estaban ahí taladrándome desde el interior. Llega un momento en el que ya no soy capaz de distinguir los susurros, o más bien dicho, los gritos. Poco a poco las voces de mi interior me iban poseyendo y envenenando por dentro. Entonces, sin yo esperarlo, me vino un atisbo de esperanza y luminosidad ¿Por qué debía de escribir una carta? ¿Acaso era esa la salvación que estaba buscando? ¿A lo mejor era una manera de librarme de las voces que tenía dentro? Puede, tal vez, de algún modo, que escribiendo todo lo que sentía y todo lo que pensaba acerca de lo que me estaba sucediendo me podía ayudar a liberarme de la agonía por la que estoy pasando en este mismo instante. Quién sabe, a lo mejor da resultado.
Sin embargo, las voces son demasiadas. Las voces en mi cabeza gritan demasiado alto. No distingo palabra alguna. No controlo todas las emociones y todos los pensamientos. Me siento rota. Me siento perdida. Ha llegado el momento de detenerme en seco y esperar una reacción que me haga ver la luz. ¿Y si escribo la carta? No perderé nada por hacerlo, ¿no es así? ¿Y si hago caso de las voces? ¿Y si haciéndolo consigo que se callen? Ojalá pudiera reunir todo el coraje necesario para hacerlo. Ojalá pudiera hacer callar todos esos gritos que no hacen más que discrepar entre ellos. ¿Pero qué sucedería si no soy sincera conmigo misma y escribo lo que las voces quieren que escriba? ¿Qué pasará entonces? ¿Lograré liberarme de esta maldición algún día?
Así pues, aquí me encuentro, en medio de la nada. Sí, yo, la dama de rojo. El lirio ensangrentado que no sabe cómo enfrentarse a sus demonios. Sí, yo, aquella a la que llaman Pandora, Reina del jardín del Edén. Sí, yo, aquella que no hace más que delirar con la esperanza de que algún ángel guardián la salve de la eterna pena... No hay ocasión en la que las voces no dejen de susurrarme, de gritarme. La intensidad de las voces es cada vez mayor y siento que mi cabeza pronto va a estallar. Lágrimas carmesí caen por mis pálidas mejillas, pero ya no me importa. Jamás podré escapar de este tormento Jamás podré ser verdaderamente libre. Las voces de mi interior siempre me acompañarán hasta destruirme por completo. Las voces de mi interior están pidiendo auxilio y ansían ser escuchadas, pero me temo que no hay manera de ayudarlas pues el sonido que desprenden es demasiado tedioso. Paralizada, intento ver más allá del horizonte con la esperanza de encontrar una respuesta a mi siguiente pregunta: ¿Queréis que escriba esa dichosa carta? ¿Es ese el verdadero mensaje que tanto me hiere por dentro con vuestros llantos?
Por mucho que corriera... Por mucho que me escondiera... Las voces siempre estaban ahí taladrándome desde el interior. Llega un momento en el que ya no soy capaz de distinguir los susurros, o más bien dicho, los gritos. Poco a poco las voces de mi interior me iban poseyendo y envenenando por dentro. Entonces, sin yo esperarlo, me vino un atisbo de esperanza y luminosidad ¿Por qué debía de escribir una carta? ¿Acaso era esa la salvación que estaba buscando? ¿A lo mejor era una manera de librarme de las voces que tenía dentro? Puede, tal vez, de algún modo, que escribiendo todo lo que sentía y todo lo que pensaba acerca de lo que me estaba sucediendo me podía ayudar a liberarme de la agonía por la que estoy pasando en este mismo instante. Quién sabe, a lo mejor da resultado.
Sin embargo, las voces son demasiadas. Las voces en mi cabeza gritan demasiado alto. No distingo palabra alguna. No controlo todas las emociones y todos los pensamientos. Me siento rota. Me siento perdida. Ha llegado el momento de detenerme en seco y esperar una reacción que me haga ver la luz. ¿Y si escribo la carta? No perderé nada por hacerlo, ¿no es así? ¿Y si hago caso de las voces? ¿Y si haciéndolo consigo que se callen? Ojalá pudiera reunir todo el coraje necesario para hacerlo. Ojalá pudiera hacer callar todos esos gritos que no hacen más que discrepar entre ellos. ¿Pero qué sucedería si no soy sincera conmigo misma y escribo lo que las voces quieren que escriba? ¿Qué pasará entonces? ¿Lograré liberarme de esta maldición algún día?
Así pues, aquí me encuentro, en medio de la nada. Sí, yo, la dama de rojo. El lirio ensangrentado que no sabe cómo enfrentarse a sus demonios. Sí, yo, aquella a la que llaman Pandora, Reina del jardín del Edén. Sí, yo, aquella que no hace más que delirar con la esperanza de que algún ángel guardián la salve de la eterna pena... No hay ocasión en la que las voces no dejen de susurrarme, de gritarme. La intensidad de las voces es cada vez mayor y siento que mi cabeza pronto va a estallar. Lágrimas carmesí caen por mis pálidas mejillas, pero ya no me importa. Jamás podré escapar de este tormento Jamás podré ser verdaderamente libre. Las voces de mi interior siempre me acompañarán hasta destruirme por completo. Las voces de mi interior están pidiendo auxilio y ansían ser escuchadas, pero me temo que no hay manera de ayudarlas pues el sonido que desprenden es demasiado tedioso. Paralizada, intento ver más allá del horizonte con la esperanza de encontrar una respuesta a mi siguiente pregunta: ¿Queréis que escriba esa dichosa carta? ¿Es ese el verdadero mensaje que tanto me hiere por dentro con vuestros llantos?
He vuelto. Estoy aquí. He venido a decirte que jamás me fui y si alguna vez lo hice fue para volver y no vine solo, vine con mi niño interior, mis amigos imaginarios y mis demonios internos, me sorprende y me sorprendo. No debo cegarme en ver y sacar lo nefasto, soy fantasma porque fue mi decisión vivir de los momentos sin importar los segundos. Pandora tus letras me obligan a escribir y poner palabras a mis pensamientos y la posibilidad de hacer cambios y explorar las formas más profundas de mi ser.
ResponderEliminarEL FANTASMA
Me alegra mucho volver a verte por aquí. Tus encuentros por el jardín del Edén me producen cierto entusiasmo pues siento que no estoy del todo sola en este paraíso enigmático. Me anima muchísimo leerte y te agradezco que compartas con nosotros tus pensamientos. Espero con todo mi ser que ese fantasma continúe rondando por mi reino y que con el tiempo se forje una alianza entrañable y curiosa. Un beso, amigo.
EliminarMe siento un poco confundida y a vez te entiendo... pero dejame decirte que en mi desde hoy tienes una compañera o una amiga como mejor te agrade; estare pasando mas seguido por tu jardin, espero que me visitesa mi otro blog: entrefrasesyversos.blogspot.com y puedas leer mis escritos y poemas...
ResponderEliminarsaluditos nos estamos leyendo
Mil gracias por adentrarte en el jardín del Edén. Me da mucha fuerza leer confesiones así mostrándome apoyo y entendimiento. Espero que mis delirios sean de tu agrado y que podamos forjar una amistad interesante. Ojalá tu curiosidad nunca muera y que continúes explorando este paraíso prohibido. Un beso muy grande y ten por seguro que me pasaré a dejarte una huella eterna en tu mundo.
Eliminarcontestando: si escribes en esa carta como ser uno con la voces...¿que tal si las voces son tus distintos colores? sean uno, huye de todo menos de ti misma, aunque no estoy en posición de decirlo ya que estoy al igual que ud en esta pequeña lucha...gracias!
ResponderEliminarsigo siendo aquel anonymus
Gracias nuevamente por dejar una pequeña confesión, se agradece bastante. Si quieres, puedes firmar tus comentarios con algún nombre que te caracterice por estos lares para poder identificarte mejor y saber a quién debo dirigirme correctamente. Así pues, espero que explores en profundidad todos aquellos rincones que esconde el jardín del Edén y que no te pierdas por estos lares. Nunca se sabe cuándo puedes caer en su juego... Un abrazo, amigo.
Eliminarohhhh!!! no te gusto mi anonimato.
EliminarTodo el mundo es libre de mantener el anonimato o no. No voy a forzar o exigir a nadie que revele su nombre, simplemente me gusta mantener una pequeña anotación de quién es la persona a la que me estoy dirigiendo por si vuelve a dejar confesiones interesantes por estos lares y así poder mantener un hilo de conversación más cercano. Pero, insisto, si no quieres revelar un nombre o cualquier clase de identificación, eres libro de hacerlo. Un saludo, amigo.
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