❛ Cuando el tedio toma total control de mi marchita alma ❜
Siento que el tiempo se me escapa. Poco a poco se resbala entre mis dedos. Sin yo desearlo el tiempo huye de mi control con total éxito. Y mientras, ¿qué puedo hacer yo? Únicamente quedarme paralizada y observar. No puedo hacer nada, absolutamente nada. Intento mover mi cuerpo, pero no encuentro las fuerzas necesarias para ello. Quiero avanzar, no quiero quedarme aquí atrapada en el pasado mientras observo cómo mi alrededor avanza... Todo avanza, menos yo.
Soy prisionera de mi propio reino. Soy prisionera de mis ilusiones y mis emociones. ¿Cómo escapar de esta agridulce tortura? Quién sabe, a lo mejor realmente no hay escapatoria. No existe salvación para mí. Las agujas del reloj jamás se detendrán. El tiempo pasará y yo estaré por siempre aquí sentada, con la mirada fija en el abismo. Permaneceré por siempre enjaulada dentro de la caja de Pandora.
La oscuridad ha invadido por completo mi zona de confort. Me encuentro sumida en una negra pesadilla de la que no me puedo fugar. El tedio ha tomado conciencia dentro de mi mente y se ha apoderado de mi ser. Quiero ser yo la que luche y alcance el éxito, pero ya veo que por mucho que aumente mi fuerza de voluntad hay factores externos que se escapan de mi entendimiento.
Tic. Tac. Tic. Tac. El tiempo sigue avanzando y mientras yo estoy aquí intentando disimular mi rabia y mi impotencia. Me siento débil. Me siento desgraciada. Aunque logre hallar fuerzas de flaqueza la esperanza me ha abandonado. El tiempo sigue su curso y mi mundo se transforma en una prisión perturbadora. Todo mi alrededor avanza y evoluciona... florece. Sin embargo, yo me marchito y me retengo dentro de mis pensamientos. ¿Cómo puedo despertar de este horror que me consume por dentro?
Pequeñas confesiones que no sirven de nada... El asco comienza a inundar mi boca. Ya no existen fuerzas para pedir auxilio o gritar socorro. Ya no existen fuerzas que me permitan liberarme de estas invisibles, pero pesadas cadenas de acero. Y es así como, poco a poco, el tiempo se escapa de entre mis dedos. La esperanza se disipa y el tedio comienza a materializarse en mí misma. Ese tedio, ese dichoso y odioso tedio contra el que he luchado durante tantísimos años...
La oscuridad ha invadido por completo mi zona de confort. Me encuentro sumida en una negra pesadilla de la que no me puedo fugar. El tedio ha tomado conciencia dentro de mi mente y se ha apoderado de mi ser. Quiero ser yo la que luche y alcance el éxito, pero ya veo que por mucho que aumente mi fuerza de voluntad hay factores externos que se escapan de mi entendimiento.
Tic. Tac. Tic. Tac. El tiempo sigue avanzando y mientras yo estoy aquí intentando disimular mi rabia y mi impotencia. Me siento débil. Me siento desgraciada. Aunque logre hallar fuerzas de flaqueza la esperanza me ha abandonado. El tiempo sigue su curso y mi mundo se transforma en una prisión perturbadora. Todo mi alrededor avanza y evoluciona... florece. Sin embargo, yo me marchito y me retengo dentro de mis pensamientos. ¿Cómo puedo despertar de este horror que me consume por dentro?
Pequeñas confesiones que no sirven de nada... El asco comienza a inundar mi boca. Ya no existen fuerzas para pedir auxilio o gritar socorro. Ya no existen fuerzas que me permitan liberarme de estas invisibles, pero pesadas cadenas de acero. Y es así como, poco a poco, el tiempo se escapa de entre mis dedos. La esperanza se disipa y el tedio comienza a materializarse en mí misma. Ese tedio, ese dichoso y odioso tedio contra el que he luchado durante tantísimos años...
¿Qué va a ser de mí ahora? ¿Cómo sobreviviré a lo que está por venir?
Preguntas, preguntas y siempre nuevas preguntan sin respuesta.
¿Acaso significa esto que ha ganado el tedio la batalla?
Qué angustia, qué desesperanza, qué desazón... Tus palabras atenazan mi pecho según las leo de sólo sentirme peligrosamente identificado en ellas, en una realidad que me consume. Este delirio me recuerda esas noches sin luna y sin sueño en las que los pensamientos divagan en lo más hondo del alma, en las que me planteo mi tiempo, cuánto de él he desaprovechado y me doy cuenta de que ha sido mucho, quizá demasiado. En cómo es un tiempo que parece fluir en los demás a mi alrededor con comodidad y, sin embargo, en ti es implacable; pasa, pasa y sigue pasando, y la vida no parece avanzar, y te estancas en él, y te atrapa en una espiral en la que la esperanza y el tedio parecen ganar la batalla contra tu propia vida. Pero ambos sabemos que no es así, Pandora. Que, aunque el tiempo sea implacable, podemos hacer un mejor uso de él. Sólo hace falta voluntad y, a partir de ahí, lo demás fluirá por sí mismo. Y, si es necesario, apoyarnos el uno en el otro a estos menesteres sería quizá la opción más sabia. Cuenta siempre conmigo, al igual que tu Edén cuenta siempre, semana a semana, con mi pequeña marca en tus delirios.
ResponderEliminarEsas noches en las que te encuentras en soledad en mitad de la oscuridad total y tu mente no deja de perturbarte con infinitos pensamientos que sabes en lo más profundo de tu interior que jamás cesarán y que en realidad no te aportan nada más que angustia. No puedes evitar quedarte petrificado contemplando cómo aquello que llaman vida se va escapando de tus manos. Todo tu alrededor avanza. Todo. Excepto tú. Es un sentimiento de ira e impotencia muy desgarrador, ¿verdad? Sin embargo, y como tú mismo invitas, no se está completamente solo. Hay fuerzas, energías misteriosas, entidades que se convierten en fuertes pilares que nos ayudan a seguir adelante. Tú, por ejemplo. Con cada una de tus pequeñas confesiones en este santuario prohibido haces que la llama recobre vida y arda con más fuerza que nunca, y por ende, quema y destruye con intensidad ese tedio.
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