» Una simple tabula rasa.

Llega un momento en el que mi mente se desborda. La cantidad de pensamientos que inundan mi cabeza son tantísimos que tiene lugar una desconexión inmediata. El dolor es tan grande, es tan infinito, que siento que todo va a estallar. Y entonces, cuando pienso que no puede ocurrir, ocurre. Mi mente se bloquea y mi cabeza explota. La desconexión ha sucedido. Mi mente se queda en blanco y mis recuerdos se pierden para siempre. Mis emociones se detienen y congelan en el tiempo y mis ambiciones se extravían. Entonces... ¿qué es lo que queda de mi esencia? ¿Qué es lo que le ocurre a mi realidad?

Tabula rasa.

Todo se vuelve blanco. Todo se vuelve de un blanco puro y centelleante. Todo se torna vacío, de un vacío penetrante y desconcertante. Todo ha desaparecido. No está muerto, simplemente se ha desvanecido y todo lo que conozco se ha trasladado a otra dimensión, a otra realidad a la que yo no puedo acceder. Pero, ¿por qué sucede esto? Puede que sea porque no soy lo suficientemente fuerte como para aguantar tanta sabiduría dentro de mí. Mi mente, al igual que mi cuerpo, está marchito y debilitado. Necesito energía, una energía que fluya y sea positiva. Una energía que, en definitiva, me falta.

Tabula rasa.

Carezco de recuerdos que me ayuden a continuar. Carezco de una voluntad sólida que me empuje hacia la verdad. El pasado ha dejado de existir, de igual manera que el futuro ya no es posible. Así pues, el jardín del Edén se ha corrompido por completo. Mi paraíso prohibido se ha roto. Soy consciente de que nunca existió una salvación para mí, pero... ¿tampoco para este santuario? 

Tabula rasa.

Todo lo que yo he construido se ha ido contaminando poco a poco. Todo por lo que yo he luchado se ha ido convirtiendo en completa oscuridad. Ni mi cuerpo ni mi mente puede soportarlo más. La desconexión entre los mundos se ha perdido para siempre. Si antes había alguna posibilidad remota de escapar de esta prisión, ahora jamás lo habrá. Y con dicha afirmación, quedaré atrapada para siempre dentro de la caja de Pandora. Sin saber el por qué, sin saber cuándo, sin saber cómo, sin saber tampoco quién. Todo se ha vuelto blanco. Toda mi memoria se ha borrado por completo tras una sobredosis de intenso dolor. 

Tabula rasa.

Las voces se han callado. Estoy perdida, completamente perdida y sola en este lugar desierto y lleno de luz. Una luz que daña mis ojos y que me impide ver con claridad. ¿Qué será ahora de mi esencia? ¿Adónde han ido mis fragmentos de memoria? ¿Hay alguna posibilidad de recuperarlos? Incluso la gran puerta del jardín del Edén ha desaparecido. De esta forma, he cavado mi propia tumba, en mi propio reino, en aquel nuevo lugar al que yo llamaba hogar. Hacer tantas preguntas y arropar una actitud tan curiosa me han llevado a la desgracia, a la desconexión eterna. Puede que los dolores de cabeza hayan cesado, pero una nueva agonía imparable está teniendo lugar dentro de mí. Así pues, me he convertido en una simple tabula rasa...