» Necesitando tu atención.

Tiempo. Sí, exactamente, ha sido eso. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos cara a cara. He estado en trance. El mismo sueño no me dejaba despertar. Y, para mi asombro, me dejó sin habla. En un mundo helado he estado. Sí, así es. ¿Me crees? He viajo por el paraíso de hielo. Un Edén paralelo al mío. Aquel frío rozaba mi piel y, ¿adivina qué? Me estremecía. No sentía frío, pero aún sabía que aquello era frío. Mis palabras buscan la coherencia, pero es inútil. Estoy cada vez más convencida de que es ese Edén el que trasgiversa mis palabras. Las hace débiles, difíciles de comprender. ¿Qué hago, pues? Me gustaría detener todo esto, empezar de cero, pero ya es imposible. Poco a poco me he ido adentrando en un mundo insólito y misterioso. Sí, me he dejado llevar. Esa es la frase correcta. Llevo días divagando por estas tierras blancas en busca de respuestas. ¿Por qué, maldita sea, nunca las encuentro? He visto mil maravillas en ese mundo. He visto nacer, crecer y morir a la naturaleza. Lo cierto es que esas tierras son muy traicioneras. Sí. Son, simplemente, bellezas que matan. Es la misma belleza que posee el frío y helado paisaje que mata a su propia naturaleza. Esas tonalidades de blanco te van rompiendo, poco a poco. Te corrompen y te hacen daño en lo más profundo de tu ser. ¿Y qué quieres que le haga cuando en realidad me derrite ese hielo? 

Sí, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Ya ni recuerdo tu nombre. Aún así, sigues siendo el intruso de siempre. Ya, ya no me sigues como antes. Ya no me miras como antes. Ya no me acaricias como antes. Todo a cambiado, y quiero saber por qué. Quiero saber porque las cosas ya no son como antes. ¿Has perdido el interés por mí? No, no puedes. Yo soy la única mujer en este reino, y tú el único hombre. Y como tal, lascivo y cruel, te tienes que fijar en mí. ¿Por qué no susurras mi nombre? ¿Por qué no sigues cada paso que doy? Estoy profundamente frustrada contigo. Ya no hay nadie. ¿Acaso ya no sientes nada? 

Pero no te confundas. Yo no creo en aquello que llaman amor. Ni mucho menos estoy enamorada de ti. No, eso nunca. Mi condición me lo impide. Y creo que tú lo sabes tan bien como yo. Tú, intruso que ahora me ignoras, eres un hombre y no sientes amor, sólo lujuria. Tal vez sea porque llevo tiempo sin seguir tus juegos por lo que me ignoras. Sí, lo sé. Te has cansado de mí, es eso, ¿verdad? Estoy completamente segura. No hablas. No tienes por qué, pero aún puedo leer a través de tus ojos. No del todo, pero sí lo suficiente como para saber qué estás pensando en este momento de mí.

He viajado en sueños a un mundo nuevo. Helado. Estremecedor. Un mundo al que tú no has podido llegar. Más bien, no has sabido. Y tengo la sensación que esa es una de las razonas por las que ahora me ignoras. ¿Por qué? ¿Por qué no soy capaz de entenderte? O mejor aún, ¿por qué no dejas que vea a través de ti mucho más de lo que veo ahora? Estoy llegando a un punto grave de desesperación. Estoy llegando al límite de lo que los hombres llaman paciencia, si es que realmente la tienen. 

Intruso, he estado en un mundo nuevo, bello, helado, estremecedor, insólito, excitante e inquietante. Y tú no has hecho nada por seguirme al otro lado. Has preferido permanecer ahí dentro, dentro de mi reino. Has dejado de hablarme, has dejado… No, la verdad es que me has dejado por completo. Y cuando tengo que alegrarme por ello decido no hacerlo, porque la realidad es bien diferente. Porque la realidad es que me molesta por completo que dejes de obsesionarte conmigo. No, intruso, no me gustas, para nada. Pero, sí, siempre hay un pero, como intruso que eres tienes que obsesionarte conmigo. Explorar lugares jamás vistos y llegar el punto de acosarme, de verdad. Y cuando lo haces me irrita, pero cuando no lo haces, también me irrita. ¿Qué debo hacer, pues, ahora? ¿Tal vez volver a ese nuevo paraíso que he encontrado? ¿Qué pensarás tú y qué es lo que quieres y sientes tú? Si pudiera entenderte. Si pudiera llegar a entenderte… Probablemente todo seria diferente. No sé cuán grande hubiera sido el cambio, pero tanto tú como yo sabemos que sería muy distinto al ahora. 

He viajado a un mundo exótico. Un mundo helado que jamás pensé que pudiera existir. He visto mil maravillas y no te he echado de menos. Me he sentido relajada, perteneciente a ese lugar. He bailado con el frío y me he deslizado desnuda por el hielo. Oh, el hielo quemaba todo mi cuerpo y eso, intruso, me excitaba. Pero tú no estabas ahí para verlo. Porque yo ya no soy nada para ti. Porque tengo la impresión que ya no quieres absolutamente nada de mí. ¿Qué quieres entonces? ¿Qué buscas? Sólo silencio. Ante estas dudas, esta rabia y esta frustración, lo único que puedo hacer es buscar otra alternativa. Sí. O mejor dicho, volver a mi verdadero hogar. Mi reino. Mi Edén. Mi paraíso. Aunque tenga que enfrentarme a ti cara a cara debo regresar. Y es que no sé si recordaré el camino de vuelta, pero debo seguir, hasta el final. ¿Me esperarás?

2 comentarios:

  1. Me encantó leerte una vez más querida Pandora, creo que enfrentarnos a las cosas que por X razón nos aterran es de lo mejor que podemos hacer, debido a que si no, siempre estaremos con esa duda con esa inseguridad y con ese miedo
    ¡un abrazo enorme!

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    1. No puedes imaginar lo mucho que me llena de fuerzas al leer tu pequeña confesión. Para mí están siendo momentos muy difíciles y contar con tu apoyo y tus buenas palabras siempre me ayudan a continuar hacia adelante. Jamás me cansaré de decirlo. Mil gracias, Naya.

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