«... cuando el miedo llama a tu puerta»
Es una de esas noches en las que una niebla espesa comienza a levantarse y una brisa helada no puede evitar rozar tu piel haciendo que te congeles, que te vuelvas hielo, que te vuelvas muerte. Y de esta manera, un nuevo encuentro sexual está apunto de comenzar. Pero no, no seré yo quien se someta a tu voluntad. No seré yo quien te dé esa satisfacción esta noche. Ahora es un buen momento para jugar, para jugar a sentir miedo y hacerte sudar como un niño pequeño que se despierta a media noche asustado porque ha mojado la cama.
Así pues, ¿de qué modo me puedo dar cuenta que es el señor de los miedos quien llama a mi puerta, quien quiere cubrirme con su manta, quien quiere probar de mi boca? Las frías noches de invierno son las que esconde los más crueles deseos, los más crueles secretos que nadie se atreve a descubrir. Sin embargo, mírate a ti. Sí, sí, a ti. Estás ahí de pie, junto al lago, frente a mí, esperando que la oscuridad caiga por completo. Y mírame a mí. Ahí estoy, sin inmutarme con tu asquerosa presencia. Ese olor que desprendes es temor, intentas asustarme con tus cuentos de agrio amor nocturno.
La niebla es cada vez más densa, la noche es cada vez más cerrada y el agua del lago se va convirtiendo cada vez más en hielo. Respiramos frío y nuestra piel se vuelve vulnerable. No podemos hacer ninguna otra cosa que no sea caer rendidos a los pies del miedo. Dejamos la puerta abierta y poco a poco, como si de un suspiro se tratase, dejamos que ese miedo penetre en nuestra mente y nos controle durante unos minutos que nos parecerán eternos. Tú ya no ríes y yo ya no escucho. Ambos sucumbimos al placer que nos ofrece ese miedo que sentimos.
¿Sentimos? Yo ya no recuerdo lo que significa eso. ¿Sentir? ¿Sentir miedo? Hablo del miedo como si lo conociera muy bien, ¿pero realmente es eso cierto? Tal vez, quien sabe. A lo mejor cuando era la luz de los hombres podía llegar a sentir miedo. O mejor dicho es que lo he sentido demasiado, con demasiada fuerza y hablo de él como si no hubiéramos hecho muy amigos. Pero, ¿pero y tú? ¿Qué me dices de ti? ¿Conoces lo que es el miedo verdadero? ¿Piensas que nos puede proporcionar algún tipo de placer? Dejas que tu piel se erice y tu corazón (si es que tienes), lata cada vez con más fuerza. Miedo, miedo, miedo. Es una palabra que me estremece y hace que mis cicatrices sangren nuevamente y me hieran en lo más profundo.
¿Pero qué puedo hacer yo? No puedo hacer otra cosa que no sea permitir que ese miedo penetre en mi piel, no puedo evitar dejar la puerta abierta y que tú seas su acompañante. Pero no, tú ya no sonríes. Tú ya no sientes nada, ni "amor" por mí. Ahora es ese miedo el que te seduce. Ahora ya no es el ayer. Me miras con lascivia mientras que al miedo lo miras con ardiente deseo. Quiero un encuentro sexual, tal vez un trío con el miedo como protagonista, pero yo no te lo doy. Porque yo no soy tu esclava. Ni si quiera soy tuya.
La noche no se levanta. Cada vez hace más frío y tú sólo piensas en lo mismo. Yo ya no siento nada por dentro y miedo se cansa de esperar. Comienzas a caminar por el lago y propones una danza con el miedo. Yo no puedo hacer otra cosa que quedarme mirando. Más bien es que mi cuerpo se queda petrificado al sentir la presencia del miedo tan cerca de mi piel de nuevo. Sí, tiene que ser eso. No puede tener otra explicación. Porque en realidad, miedo y yo nos conocemos desde antes. Tú tan sólo eres una marioneta que cree que tiene el poder. Y lo crees porque yo te lo permito, porque si no, no sería nada de divertido este juego al que nos gusta jugar entre sombras. Olvídate de todo lo que has conocido hasta ahora, porque vas a volver a nacer cuando llegue el día. Tú aún no lo sabes, pero el miedo va a dejar una buena huella en ti...
Soy un fantasma dominado por oposiciones y he perdido mucho pero no he encontrado en la misma regla de compensación. Soy ambicioso y mis sentimientos permanecen escondidos la mayor parte del tiempo, no deseo mostrarlos, no me resulta fácil hacerlo. Pero los tengo, están ahí, están aquí y se desgarran contigo Pandora hasta embriagarse emocionados con el embrujo de tus letras.
ResponderEliminarEl Fantasma
Somos personas complicadas. Somos a la vez todo y nada. Un universo con tanto que ofrecer, pero que tan poquito muestra a los demás. Somos misterio e inquietud. Sé muy bien lo mucho que cuesta exteriorizar nuestros sentimientos y emociones. Puedo sentirme completamente identificada contigo... Pero, ¿qué seríamos de nosotros sin ese huracán de pasiones enfrentados? No queremos que nada ni nadie nos haga daño, pero... ¿Seríamos capaz de mantener una existencia oculta y feliz completamente aislados del resto de universos?
Eliminarme ha gustado lo que escribes
ResponderEliminarme gustan tus letras
te dejo mis huellas
volvere sin
Lugar a dudas
Muchísimas gracias por compartir con nosotros tus pensamientos. Me alegra mucho ver que te ha gustado este delirio y te invito a seguir descubriendo nuevos rincones en este jardín del Edén. Así pues, siempre serás bienvenida a este lugar. Un fuerte abrazo, amiga.
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